Daltonismo hemisférico
En el inigualable clamor de la mediocridad se acumula perezoso el empeño. Nunca despierta. Es parte de una bella continuidad: no hay mal que por el bien de alguien se venga. Menos por el tuyo que tanto lo invocas como una vieja hechicera con las extremidades abiertas. Los uniformes de camuflaje se malinterpretan. Azul es catatónico y dorado la calamidad dantesca. Nadie te besa con esa fachada ni te clava una daga en la espalda. Del hemisferio contraído poblamos el miedo de enmedio. De altura son las visagras de todas las vegetaciones. De moringa los remedios. Habría que haber estado en el Titanic para saber, con toda certidumbre, lo que se siente fatigarse en una resbaladilla. El cuaderno mojado en una cara oculta patenta su paso escandaloso a la historia. Ningún gusto por los extremos sustituye la posibilidad de ser considerados en la lista definitiva. ¡Tan rico que es el extremo cuando se aprecia! Pero mejor es estar en la lista: cualquier cosa para lo que sirva. De hielo frapé es la...