Nos echan al agua -de río o del mar- por necesidad, pero también con la esperanza de alcanzar el sueño civilizado que nos ponen como modelo, como zanahoria, pero que sus propias políticas y economías niegan para la mayoría de los pueblos con altísimos índices de desigualdad. Para muchos de los nuestros o para nosotros mismos, migrar es la posibilidad de mejorar. Alrededor de ese fenómeno masivo se amasan teorías internacionales sobre la diversidad cultural, su interacción entre ellas y la inevitabilidad de un mundo globalizado. Y luego, de la manera más vulgar, nos pegan con las fronteras en las narices. Quienes logran colarse, (asumiendo despojos y humillaciones) hoy están viendo caer desde un cielo de soberbia nacionalista a un par de xenófobos personajes, con los pelos amarillos, que anuncian tiempos difíciles. La democracia tiene sus riesgos, está más que visto en la historia, y los británicos se han comprado uno, por voluntad mayoritaria, que le endosan al rest...