Atribulado el cielo se bambolea girando de cabeza. Moja sobre mojado. Se acongoja. Llueve y se sonroja. Decepciona de su propio llanto, cual si brillar sobre insensible mármol fuera el único encanto. Marcado con insignias verdaderas le retumban las palabras como guerras sin banderas. ¿De que sirve sofisticar la sutileza para estimular por los sentidos si lo sencillo y lo vulgar domina las entendederas? Colección explícita de frases coloridas en las plazas de las ventas: donde se comercian los carmines sin rubores. Todas formadas por palabras rimbombantes: inclinaciones, extracciones, genuflexiones, asentaderas. El cielo es tormenta pero no se ciega: se desgarra metálico sin nubes. Se marea y despierta.