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Mostrando entradas de noviembre, 2015

La hora bandida

El estilo abigarrado que me supura, denso, autocensurado, no me permite decirlo de otra manera. Zampar un ¡carajo! condensa pero no dice. La explicación apetece no porque vaya a ser tomada en cuenta sino para que quede constancia que la cabeza no da vueltas a lo idiota. Bueno, si, pero buscando respuestas, o por lo menos una salida de emergencia que no sea una ventana sin corniza para dar el salto directo hacia una cucharada de cicuta.  Es la expresión personal de una sensación claramente compartida.  Como estará la cosa que el aroma se siente cargado con la combinación de bosque calcinado y una pira humana: apesta. Da miedo que los valedores del planeta estallen en guerra como así en la esquina de casa la mala suerte esté a la espera. El que se siente peor se desquita sin importar con quién y la causa. El entorno flota en desconcierto. Sabe a desorden. Nadie tiene la agenda: está falto de oscilación cualquier punto de referencia. El caos brilla con variedad y sin lógica: ni formal, ni

Nos queda el arte con memoria

OCuando suceden cosas como las de París es imposible ser impasible, quedarse callado o hacer como si no fuera nada o, porque sí lo ha sido, creer que no es más que otra de tantas. Es cierto pero no tanto. Pega. Cimbra y atraganta. Retuerce el alma. Por la cercanía histórica y cultural me lo explico, más acá de que uno pueda conocer a alguien con nombre y apellido que pudo estar en riesgo y más allá de saber que los franceses también van y le aplastan la cabeza a los yihadistas asentados en Siria, inocentes incluidos.  Es la asustada impotencia de saber que no hay civilidad que valga ni neutralidad posible. La bandera blanca no sirve. Tanto esfuerzo en ponerle racionalidad y cultura a la vida para que de repente pase un torbellino motorizado, distante y desconocido, con una ráfaga de plomo incandescente y te la arrebate. ¿El transeúnte que viene de frente es una bomba viviente? Es la crudeza de la realidad que se nos pone a la vista porque sabemos que sucede... en cualquier parte. Soy e

El mundo es un campo de batalla

Haces como que no te das cuenta cada mañana: lo que sucede en el mundo circula por otra órbita, concéntrica pero lejana. Apesta a carne quemada pero el aroma no te llega. Hasta que se te acerca el olor a pólvora . O te asfixia. Entonces montas en cólera colectiva. En drama. Denuncias. Te solidarizas. Eres de este lado del mundo y la propaganda de Occidente te impacta. Sus muertos son los tuyos. Los enemigos no se alcanzan a ver, son difusos a la distancia, pero también son los tuyos por extensión manifiesta sin que tengas que ver con su ira. Te agazapas. Tomas trinchera. Te tiras la bandera a la cara aunque no sea la tuya: una distinta a la que ondea con el himno nacional de cada lunes en la escuela. Algunos llaman cinismo y simulación a todo esto. Hipocrecia. Para mí es puro instinto de sobrevivencia. Es miedo de saberte vivo. De que aún no te toca. De que no quieres que llegue. Es la certeza básica y elemental de que cualquier cosa es posible.  ¿Cómo vivir en paz parados sobre la esf

Ni independientes ni equidad de género: las decisiones que vienen.

¿Alguien se sorprende por la llamada "ley antibronco"? Con la falta de pudor propia de los cínicos se violentan los derechos más elementales de libre asociación y de participación política de cualquier ciudadano. Descalabro más que anunciado para esta maltrecha 'democracia'. Se dice que la medida tiene destinatarios precisos, Carlos Joaquín y Julián Ricalde, por ser los más conocidos, competitivos y temidos por la cúpula del poder, pero en los hechos la bofetada es para todos: cualquier ciudadano que caiga en los supuestos de las nuevas restricciones será afectado en sus derechos. Un verdadero retroceso. Sin engaño. Hicieron lo que avisaron que iban a hacer. Por lo tanto, la expectativa sigue siendo que harán los afectados. Porque, ya entrados en detalles, hay de dedicatorias a dedicatorias.  Si Julián Ricalde quiere ser candidato a algo, lo va a ser. La tiene menos complicada en caso de no ser independiente porque no tiene impedimento de procedimiento y tiempo para r

Noche de trova y rechifla

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No se engañe señor, no se engañe; usted así lo ha querido: sus jilgueros, por decreto, no pueden ver y si acaso el ojo lo escruta la boca lo omite; solo cantan el acorde que les permite. Los cortesanos callan; disimulan cuando no adulan. Para todos decir verdad porta destierro o guillotina... por ahora. Los más avispados se alistan para brincar fuera barco: en silencio conspiran para tomar distancia y poner polvareda de por medio. Los traidores traicionan: espérelo de quien menos se lo espera. Que alguien se lo diga, señor. Tal vez sea quien en ausencia lo representa o quizá, mejor fuera, quien con sensibilidad debe ser sus ojos y oídos para compartir en la intimidad de la alcoba. Escúchelos.  Deje que se lo digan. El termómetro público aumenta de nivel: cual reloj marca en segundos granulientos la silenciosa cuenta regresiva. El azogue sube mientras la arena baja. Se desvanece cuando más altos son los sueños de grandeza.                                                               --

Semáforo en rojo

Para seguir ejercitando la capacidad de asombro:  No nos ponemos en alerta porque no hay asesinos seriales y no existe un patrón en los crímenes contra las mujeres. Aunque sucedan uno tras otro. No es para tanto: el único patrón identificable es la reproducción cotidiana, llevada al extremo, de una cultura machista donde la vulnerabilidad femenina puede llevarla a la morgue por una 'simple' desavenencia de pareja. ¿Nos vamos a alarmar por eso? Ya si alguna se cruza por el camino equivocado o es víctima de su propia forma de vestir o de comportarse, pues esas cosas pasan. Las demás deben aprender y actuar en consecuencia. Que nadie se estrese.  No se estrese; indígnese y reaccione: Lo que en realidad existe es impunidad para el crimen y con ella una progresiva descomposición social tolerada y estimulada por omisión ya que transmitir al mundo la imagen de que aquí no pasa nada es más importante que los huesos de las olvidables, para seguir acumulando premios turísticos internacio

Justicia para todos

El asesinato en Cancún de la joven Karen Carrasco Castillo fue el detonador. Desgraciadamente ni la primera ni la última, pero dado que hacía parte de la comunidad universitaria se pudo organizar la reacción y el malestar social en forma de masiva demostración pública. Manifestación que dio pie, por cierto, a una de las acciones informativas más insólitas que me hayan tocado ver: el mutis y desprecio casi absoluto por parte de los medios de comunicación. Callar también comunica y lo que este silencio ha dicho es de lo más vergonzoso.  El caso Karen es la punta de iceberg. Hacia abajo se expande de manera creciente (la más de las veces fuera del alcance del ojo de los medios y del conocimiento general) la violencia donde hay víctimas mujeres, hombres o niños (también con rostro, nombre y familia). Violencia fulminante que acribilla en plena calle o hace aparecer cuerpos femeninos vulnerados con crueldad, pero también violencia sorda que carcome poco a poco el tejido social y familiar: a