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Mostrando entradas de febrero, 2015

Daltonismo hemisférico

En el inigualable clamor de la mediocridad se acumula perezoso el empeño. Nunca despierta. Es parte de una bella continuidad: no hay mal que por el bien de alguien se venga. Menos por el tuyo que tanto lo invocas como una vieja hechicera con las extremidades abiertas. Los uniformes de camuflaje se malinterpretan. Azul es catatónico y dorado la calamidad dantesca. Nadie te besa con esa fachada ni te clava una daga en la espalda. Del hemisferio contraído poblamos el miedo de enmedio. De altura son las visagras de todas las vegetaciones. De moringa los remedios. Habría que haber estado en el Titanic para saber, con toda certidumbre, lo que se siente fatigarse en una resbaladilla. El cuaderno mojado en una cara oculta patenta su paso escandaloso a la historia. Ningún gusto por los extremos sustituye la posibilidad de ser considerados en la lista definitiva. ¡Tan rico que es el extremo cuando se aprecia! Pero mejor es estar en la lista: cualquier cosa para lo que sirva. De hielo frapé es la

Charros

La CTM cumplió un año más de su contradictoria y no poco tenebrosa vida y su dirigente formal -que no líder-, Joaquín Gamboa Pascoe, aprovecho la oportunidad para festejarse a sí mismo y rendirse honores en vida (tiene 91 años): una inmensa estatua en bronce con su imágen de cuerpo entero. A la par que su maestro Fidel Velázquez: el viejo zorro y el arribista sin mérito, gracia ni carisma. ¡Ahí están pintados los enriquecidos burócratas sindicales! Joya honoraria con el mismo y conocido discurso de ocasión, es decir, de sumisión a los patrones y al poder del Estado: una pieza añeja de oratoria rastrera al más viejo estilo, con voz quebrada y trémula. Con el colmo absurdo de la escenografía: acarreados con uniforme de sindicato y empresa, vítores dirigidos con papeleta, porras y matracas. ¡Ahí está pintado el corporativismo priísta! ¿Decadencia? No lo parece. Si alguien pensó alguna vez que el dinosaurio se habría ido porque eventualmente perdieron la Presidencia de la Repúblic

El surrealismo de Rayuela

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¿Por qué tendríamos que querer tanto a Glenda? Al leer nuevamente Rayuela, ahora en su edición conmemorativa de los 50 años, me siento tan desesperado como hace 40. Desesperado de no entender a Sonia. De ver su bello rostro transfigurado, detrás de gruesas gafas, en una naranja agria. La naranja agria se utiliza en la península de Yucatán para darle sabor a la cochinita pero en los patios de la universidad sirve para jugar a las guerritas ociosas. También sirvieron para las guerras ideológicas estrelladas en la espalda y echar a los micos detrás de las bardas. Desesperado por la desesperación de Sonia -¿o es desesperanza?- que quiere que entendamos como ella lo que fue escrito para ser recibido como cada quien quiera. Esa maestra de literatura que dio sus mejores gritos con insultos floridos como saetas que se quedaron clavadas en la conciencia. Entendimos entonces que leer era importante, que escribir también y que Rayuela rayaba en la proesa. Banderillas puestas. ¡Viva la literatura

El surrealismo de Rayuela

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¿Por qué tendríamos que querer tanto a Glenda? Al leer nuevamente Rayuela, ahora en su edición conmemorativa de los 50 años, me siento tan desesperado como hace 40. Desesperado de no entender a Sonia. De ver su bello rostro transfigurado, detrás de gruesas gafas, en una naranja agria. La naranja agria se utiliza en la península de Yucatán para darle sabor a la cochinita pero en los patios de la universidad sirve para jugar a las guerritas ociosas. También sirvieron para las guerras ideológicas estrelladas en la espalda y echar a los micos detrás de las bardas.  Desesperado por la desesperación de Sonia -¿o es desesperanza?- que quiere que entendamos como ella lo que fue escrito para ser recibido como cada quien quiera. Esa maestra de literatura que dio sus mejores gritos con insultos floridos como saetas que se quedaron clavadas en la conciencia. Entendimos entonces que leer era importante, que escribir también y que Rayuela rayaba en la proesa. Banderillas puestas. ¡Viva la literatur

Max Mejia

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Foto de Frontera.Info Lo lamento profundamente, es lo primero que debo decir. Mucho mas que el tamaño del impacto en el momento de recibir la noticia. La muerte de Max Mejía me pone muchas cosas en perspectiva. Además, significativamente llega muy pegada al corte de década que oficialmente me representa el abordaje de una nueva etapa. No es el primero de la ilusionada camada libertaria que se va. Y es de obviedad esperar, sin impaciencia ni nostalgias tardías, que el racimo vaya disminuyendo al ritmo de la hora. Ley de la vida... Por eso, lejos de esta breve memoria estaría la intención de ponerme a destacar las virtudes personales del hombre después de desaparecido. Simplemente un excelente amigo mientras estuvimos. Tipazo. Horas hubo para compartir y contrastar ideas, expectativas, criticas, gustos, brindis, miedos e hilarantes sarcasmos. Después nos evaporamos hasta estacionarnos distantes en algún rincón de la memoria: cada quien a seguir persiguiendo el deso

Cualquier noche

La noche de San Gaspar,  cuentan los inmaculados, al mas venenoso de los danzantes le brotó sangre por las verijas. Como si fuera el momento esperado, se suspendieron los movimientos: cuerpos sudorosos con el rictus estático de los encantados. Nadie que hiciera escándalo. Tampoco risas ni gestos de asombro. Serán las mariposas pequeñas quienes diseminen los desechos por la mañana. De rodillas al piso y con las manos al pecho optaron voluntariamente por llorar. Danzantes y no danzantes. Borrachos y los que les siguen. La calamidad se venera sin prisas, sin limites y sin importar el volumen de la cartera. Música desamparada que nunca termina. Alabado sea... No fueron tantas las tontas del convento que se lo creyeron pero resulto ser la verdad: desangrarse por entre las piernas es el acontecimiento cúspide del ritual. El momento , porque no hay otro, en que se glorifica la grandeza infinita del ser superior. El toque único, intimo, total. La sangre no solo es por su causa sino también par

Letreros en el puente

No todas las velocidades tienen el mismo sentido bajo la frecuencia interna. Ninguna razón las apremia. Cualquiera se para y mete reversa porque hasta el mas ciego lee. Son las mantas misteriosas las que impregnan el suelo con un poco de consuelo. Se apropian de las esperanzas y de los sueños de los creyentes. Suben y bajan los clamores. Cada uno cabalga sobre su fe revuelta. Que si, si; que si, no. Que si soy mejor que tu, te quitas para priorizar mi venta. El zumbido básico de los estrategas. Sin treguas. Mientras tanto, no muy lejos de ahí, otros son los que se sirven la sopa con cuchara sopera. Amasan sonajas y mandan a cortar cabezas. Pagan en dólares y dan vuelta a la tuerca. No se desesperan. Quinientos hijos de la patria, y más, velarán para que no se sepa. Que los empapelados y los merolicos cierren la boca. Para eso se les paga. Aquí no ha pasado nada. ¡Como usted ordene, mi Comandante! Ingenuos los incautos maravilla que arrastran sus pesadas botas sobre la arena. De plomo s