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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Transparencia para recuperar la confianza

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Según medición realizada en 2015 por la organización Transparencia Internacional, seis mil millones de personas vivimos en países con serios problemas de corrupción. De 168 enlistados, México ocupa un lugar notable entre los más corruptos, con calificación reprobatoria de 35 puntos (en escala de 100 para los menos). Nada de qué estar orgullosos. Nada para consolarnos con el mal de muchos. Pero tampoco nada que no sepamos. El problema es crónico: es una de las principales razones del "enojo social" de los mexicanos con las autoridades y de la pérdida de confianza en las instituciones. Forma parte de las razones por las que en Quintana Roo tenemos cambio de colores en el gobierno estatal y algunos municipales. Hay gran expectativa y esperanza entre la gente que eligió el cambio. Quedó manifiesto el hartazgo ciudadano con los que se van; tanto que con poco que se haga bien ahora parecerá que se hizo mucho, ya sea en infraestructura o en atención social; más aún en trans

Los otros

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Quitando paja

El mundo optó por una ruta autodestructiva y no parece preocupado por salir de ella. El punto motivador es el egoísmo. Se lo podemos achacar a la naturaleza pero eso ahora lo dejaremos fuera. Solo veo a los chiquitines que apenas están asociándose con el mundo y arrebatan feroces y a gritos por lo suyo, porque es suyo, a pesar de las inducciones adultas de ser compartidos. Sí comparten pero lo suyo es suyo. Aunque de preferencia, mejor no comparten. Sobre todo cuando el objeto susceptible de compartir solo es para uno. El adulto le pone malicia al uso del principio egoísta cuando comprende que controlar por sí y para sí lo que es necesidad de todos le da ventajas sobre todos. Si lo quieren y yo lo tengo, se los puedo dar, pero se hincan y me idolatran. El poder sobre los demás satisface con placer la necesidad egoísta. Poder sobre sus vidas que ha ido cambiando del control directo sobre su cuerpo y capacidades, sobre su necesidad básica de vida al control indirecto de los

Ya vas Nicolás

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Imágen: Diario de México Este Nicolás, que no es un santo, puso una bomba al pie del arbolito sobre el que se levanta el complejo follaje de lo que llamamos cultura popular mexicana. "No me gusta Juanga (lo que le viene guango)" tituló Nicolás Alvarado su artículo en el que atizó sus opiniones críticas sobre el popular y recién fallecido canta-autor Juan Gabriel. Estuvo en imprenta antes de que el cadáver estuviera frío. Lo puso a circular de inmediato, así, como salió de su ronco pensamiento, sin medir las consecuencias que le causaría. Cosas que ahí dice -y como se quisieron entender- causaron mucho encono público. Estoy en una mesa, con cuatro interlocutores, en la que sale el tema motivando reacciones densas: petulante, mamón, naco consumado, ignorante, joto hablando de joterías y cosas por el estilo. Para atemperar, la cadena de preguntas es sencilla: ¿Quién lo escucha o lo lee de manera regular? Nadie. Dos ni siquiera lo hacían en el planeta. ¿Quién sabía q

Trump quiso Caribe

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Foto Homozapping El enojo de Donald Trump con los mexicanos pasa por el Caribe. Según la revista Newsweek sus razones de fondo para odiarnos no son tan viejas, ni estrictamente raciales, aunque de eso hay. Tienen que ver con intereses económicos particulares, negocios frustrados y litigios por propiedades. La causa más conocida de su descontento la lanzó por twitter el año pasado contra el empresario yucateco Rodolfo Rosas Moya a quien acusa de deberle mucho dinero después de organizar el concurso Miss Universo de 2007, con cuyo evento previo se pretendió aliviar un poco la condición crítica de Cancún después del huracán Wilma. Cobros adicionales que pretendió el magnate newyorkino los llevó a tribunales y perdió. Su enfado es mayúsculo: “El sistema de justicia mexicano es corrupto", dice. Los perdió en Nueva York. Otro par de asuntos fallidos lo ligan a nuestro país: uno en Rosarito, Baja California, y el otro aquí mismo, en Cozumel. En el primero promovió en el 2006

Los hechos del engaño

Ya con la información más detallada de cómo fue el proceso de la visita de Trump a Peña Nieto y de las razones que la motivaron, no queda más que allanarse a la extendida consideración de que fue una estupidez extrema. El simple dato de que la invitación a los dos candidatos presidenciales norteamericanos más relevantes haya sido una coartada para enmascarar que el interés único era traer al enemigo público internacional número uno es suficiente para el calificativo. Agréguele los condimentos: engañar a los demócratas, darle la vuelta a la Casa Blanca, pasar por encima de los procedimientos consulares y diplomáticos, ignorar a la canciller encargada de esos asuntos, darle al tipo un trato de Jefe de Estado. Y de remate, ya teniéndolo frente a la prensa y al mundo, dejarse Peña avasallar por el iracundo magnate en calidad de monigote inútil. ¿Qué más se puede decir? Sabiéndose los detalles está justificado el enojo público encarnizado de un lado de la frontera y del otro. P

¿Y ahora?

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foto Internet Los publicistas de los grandes medios junto con los mercaderes de la política ya tienen su desarreglo para resolver. Las mediciones del consumo dicen que los mexicanos nos llevamos los laureles mundiales en el gusto pagado por los productos chatarra. Frituras embolsadas con aire y aguas azucaradas embotelladas, por ejemplo. Gobernantes también. El resultado más acabado que lograron poner en el gusto del público lo colocaron en Los Pinos. Hasta ahí todo iba bien. Pensaron que con unos buenos asesores experimentados y un equipo de trabajo eficiente haciendo su chamba se podía demostrar que el estadista no se hace, sino lo hacen. Con lo que no contaron es que para calzar los mismos zapatos se necesita el mismo tamaño de pies. Pequeño detalle. Todos los tropezones posteriores no los ha podido evitar el ventrílocuo, quienes sean que se asuman como tal. La puntilla en la nuca del atolondrado tiene cara de mujer. Hillary Clinton no acepta la invitación a venir

Llego la hora

Soy un hombre derribado por sí mismo. Estoy arrinconado en el laberinto de una caverna imprecisa, profunda y oscura. El suelo es de cristal resbaladizo y las paredes están formadas con una especie de polvo de goma vaporizada que no se puede tocar. Se desvanece y vuelve a aparecer. Los canales de gruta se expanden en el sentido hacia el que me muevo. No encuentro la salida donde la haya. Parece que no existe. El ambiente no huele a nada a pesar de la humedad permanente. Es una liquidez inodora, antiséptica, que se cuela del exterior. Seguramente se purifica en el filtro de las extrañas paredes que me aíslan de lo que alguna vez busque, si es que algo buscaba. Ya no lo sé. Escucho claramente, eso sí, los ruidos del exterior. No son ecos que vengan de ninguna parte ni de tiempos desconocidos. Los conozco bien. Son los sonidos del tiempo real. Todo sigue ahí con su bullicio, llanto y carcajada. Nadie me busca. Nadie me llama.  La humedad me empapa desde la frente hasta la comisura de los d

De repente

De repente todo el bullicio de las voces empezó a poblar los rincones extremos de la sala de espera. La música en el ambiente atolondra pero se ha vuelto parte asimilable de la morada. El bullicio es otra cosa. Ataca. Maldice. Grita y llora.  De repente dejó de existir la posibilidad de olfatear a luz los claros de las vidrieras. El tono oscuro de la gente se apila para obstruir la mirada. Son entes que deambulan sin importancia dándose la importancia que cada cual piensa que se merece aunque no lo piensen.  De repente se acabo la espera aunque no haya llegado la hora. La militancia asesina por comer una torta tras otra disminuye la placidez del café en aroma. Todas las entidades en movimiento buscan algo que hacer para satisfacer la necesidad de no sentir que su alma está sola.  De repente la lectura se devanece. Timbra la falta primaria de atención por poner la ilusión en adivinar lo que el vendaval compra a mansalva. Las tiendas de conveniencia. Cuando me pregunto a quién es a quien

La chamba gratis de Peña

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foto Univisión La curiosidad morbosa tuvo su satisfacción. La apuesta fue alta; el resultado, basura. A Mr. Trump se le atraganta la arrogancia de manera compulsiva. Termina cada día relajado y satisfecho después de descargar kilos de esquizofrenia. Duerme como período de recarga. Tal vez un especialista diga que es bipolar. Como la mala avenida de doble sentido que es, así como hace enojar demócratas, irrita republicanos. En una jornada inusual puede venir por la mañana a México para decirle "amigo" a Peña Nieto aclarando que el muro va, pero no a causa de los mexicanos que somos buenísima onda, sino por los centroamericanos, la droga y las armas, y por la noche se presenta en Arizona con sus paisanos WASP para ponerlos a temblar ante el peligro de los asesinos inmigrantes ilegales. Queda claro que el discurso de la noche estaba preparado con mucha anterioridad y no sufrió modificación alguna por la visita de la mañana. Vino a hacerse propaganda con verdades a med