Cocina ranchera, crimen imperfecto.

-"Que diga el compareciente si sabe que ocurrió con las personas que actualmente están desaparecidas"


 "Sí, tengo conocimiento de algunas personas, porque nosotros los del grupo levantamos a tres mujeres, las que  llevamos al rancho…  íbamos en tres vehículos... el lugar en donde cocinábamos los cuerpos es un rancho que se llama San Juan…, cuando fuimos a ese rancho íbamos armados y vestidos con uniformes con logotipos de la Policía Federal de color azul, esos uniformes los mando directamente el mero jefe…".

 "Recuerdo que ahí cocinamos a las tres... pero las tres las cocinamos de una por una, es decir, las metimos en un tambo de doscientos litros, de esos que se usan para el petróleo.  Eran tres botes y también compraron una barreta…  entre todos las cortamos en partes, a una por una de las tres mujeres y las metimos de una por una en los tambos y le hicimos unos agujeros. En el tambo pusimos los cuerpos…, les pusimos diesel y les prendimos fuego, los agujeros eran para que lo que se fuera quemando se fuera al piso".

 "Una por una las cocinamos, los cuerpos duraban entre cinco y seis horas, para que se cocinaran y al último quedaban como puras cenizas. Ya después que se cocía todo el cuerpo, había que estarle dando movimiento con una barreta a los cuerpos para que se deshicieran, eso lo hice yo en presencia de todos".

(“El  hecho que se conoció públicamente el pasado 11 de enero de este año, donde las autoridades encontraron sólo piezas dentales”.)  http://www.sipse.com/noticias/imprimir?85391


la prueba del delito
En la competencia descarnada por los espacios y  territorios, el juego macabro de los carteles y bandas parece enfrascado también en un desafío de creatividad criminal en cuanto a lo que deben hacer con los cuerpos o restos de las víctimas. No estamos refiriéndonos a patologías personales, individuales, (que desde luego existen) sino a procedimientos de lo que parecen estrategias grupales de eliminación del contrario, ya sea con su presentación pública o con su desaparición definitiva. Puede que sea para infundir miedo a los contrarios, para enviar mensajes de rivalidad o para obtener estatus, reconocimiento o ascenso escalafonario en el grupo al que se pertenezca. 

Renovado lenguaje de "mensajería corporal" (ironía incluída) con significados ininteligibles para el resto de los mortales.  Colgados, mutilados, descabezados, medio enterrados, en hieleras, en bolsas, cocinados al ácido, cocinados al diesel, etc, etc. 
Testigos somos de un menú de opciones cada vez más amplio de expresiones de degradación humana y descomposición social.
Y hasta de pérdida de estilo. "Ay! que otros tiempos idos aquellos"  han de decir los jefes de jefes de viejo cuño:  ya no hay mística ni códigos que se respeten.




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