¿Negados para la libertad?

Hablamos tan bien de nosotros mismos, nos vemos tanto entre nosotros y otras tantas veces solos al espejo, y nos identificamos tanto con lo que vemos y nos decimos, que solemos perder de vista lo que realmente somos. Una repasadita desde afuera no nos cae mal. Aquí una de ellas, con valor histórico por el personaje.


Menos idealista y romántico que André Breton, el historiador liberal británico Isaiah Berlin describiría así sus impresiones de una corta estancia en México, en 1945, pocos años después de la de aquél:

“…México me daba mucho miedo…”

Esos murales empapados en sangre –sangre por todas partes– en Cuernavaca y también en la ciudad de México: primero un mural de Rivera, de los aztecas haciendo sacrificios humanos: luego los españoles masacrando a los aztecas: luego gente siendo asesinada en lo que los estudiantes llaman C18 [siglo XVIII]: luego los españoles masacrados en la Revolución Mexicana a principios del C19: después la sangre que manaba en tiempos del buen Juárez, después Madero, Zapata, etc.: finalmente un gran mural de un guerrillero y a sus pies un campesino degollado con una guadaña (creo) y diciendo “Tierra y libertad”. Y todos esos indios inmóviles con la mirada fija en el cielo, quietos y fanáticos, mirando al sol: demasiado rígidos e inhumanos…”

……….

“Regresé inundado por las más contradictorias emociones acerca de México y los mexicanos; me parecieron mucho más oscuros y violentos de lo que esperaba, llenos de superstición y auténtica barbarie medieval, y con temperamentos más intensos y una vida interna más secreta que los alegres, sonrientes y, supongo, frívolos latinoamericanos de otros países con los que uno se encuentra en Washington.  Obviamente, la tierra en México es muy rica y exuberante y la vegetación muy abundante, pero las expresiones en los rostros de la gente me parecían más bien atemorizantes. Podía respetarlos y admirarlos, pero creo que nunca llegaría a sentirme cómodo entre ellos.” 


Esa sería, a sus ojos, la confirmación de que es ésta una tierra con cultura y particularidades tan atípicas que no cuadran con los modelos clásicos occidentales a los cuales tanto nos acogemos. Este flemático liberal, dice Jesús Silva-Herzog Márquez, “veía la tierra mexicana como inhóspita para la libertad. Un país "lleno de crueldad y de imaginación bárbara" no era sitio para liberales. Pensaba que el liberalismo era una planta inglesa que necesitaba siglos de cultivo. No todos los climas podrían recibir esa vegetación de tolerancia, leyes, votos y moderación. El liberalismo era para los liberales.”  

O sea que se acuerdo al señor, el liberalismo no es para los violentos mexicanos. Estamos negados para la libertad. Y eso que nos la hemos pasado por años aprendiendo en la escuela que uno de nuestros mejores pleitos nacionales es el de liberales contra conservadores. ¿Que no le dirían que aquí tuvimos a Benito Juárez victorioso?. 
- Si, pero también se dio cuenta de que estamos todos los demás... 



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