De Globalifóbicos a Indignados

Sabido es que el Caribe mexicano tiene la piel muy sensible a las variaciones de la economía internacional. Reacciona como termostato ante sus variaciones. Ahora está caliente y no precisamente por el clima. El sector turístico y sus derivaciones sufren una suerte de golpe de calor. Quien piense que el golpe más demoledor procede de la inestabilidad local y de la difusión de la inseguridad nacional se equivoca. Proviene del deterioro económico de nuestros tradicionales visitantes. De la crisis estallada en el corazón mismo del primer mundo.

Estados Unidos 2008. Wall Street. Los patronos del capital financiero desataron una crisis de expropiación salvaje de los recursos públicos y sociales, de la calidad de vida, del trabajo y de los sueños de amplios sectores de la población norteamericana. Sus ondas expansivas se han extendido a nivel mundial hasta hoy, sin importar país y condición social. Incrementaron el empobrecimiento planetario a pesar de la riqueza generada y de los avances científicos y tecnológicos en pleno siglo XXI.

No estamos ante una de esas crisis cíclicas muy propias de las “misteriosas fuerzas del mercado” del capitalismo industrial. Sin exageración se trata del saqueo consciente por parte de los ladrones globales de cuello blanco quienes provocaron una crisis financiera monumental. Crisis que bien pudieron evitar. Pero el sistema neoliberal predominante (la moda de las últimas tres décadas), desregulador, sin controles y sin protecciones sociales les ofreció la oportunidad y la tomaron. Ganaron en todas: en la generación de la crisis y en su “salvamento” con recursos públicos del gobierno norteamericano. Y aún siguen ganando, desvergonzados, en los remiendos de solución a los casos críticos como el de Grecia. ¿Recuerdan que alguien dijo que el capital no tiene patria ni fronteras? Pues tampoco tiene amigous. Ni padre, ni madre. Ni moral.

Las instituciones, empresas y corporaciones responsables del desastre están identificadas. Los culpables tienen rostro y nombre. Lo que hicieron está documentado. Es indispensable conocerlo porque comprender es necesario para responder. Para atender. Recomiendo revisar con atención el extraordinario trabajo videográfico titulado Inside Job.  Ayuda a entender cómo hicieron ese trabajito en corto para desgraciarle la vida al planeta. Es un documental de poco menos de dos horas que puede conseguirse en video, bajarse de internet o verse directamente en línea. Hay muchos enlaces para ello, aunque misteriosamente algunos han ido desapareciendo.

En el mundo ha habido voces insistentes que han tratado de advertir sobre la avaricia financiera. En los años anteriores la rabia de los llamados globalifóbicos se dirigió intermitentemente en contra de las cumbres ministeriales de los países ricos, con un alto grado de notoriedad mediática pero con un bajo rango de efectividad práctica. Ahora, la rabia de los indignados está dirigida más certera y permanentemente en contra de los centros financieros, las corporaciones, los grandes bancos y los gobiernos cómplices. Es decir, hacia los verdaderos patrones del mundo.  Pegan donde duele. Incluso en la capital mundial de las finanzas, Wall Street.

Histórica movilización coordinada de protesta mundial realizaron el pasado 15 de octubre. El llamado 15-O. Acción de verdadera y novedosa globalización social cuya motivación común ha sido denunciar el agravio. Mostrar el hartazgo. Protestar.

Pero gritar ¡Ya Basta! no basta. Para resolver el núcleo duro del problema la indignación manifiesta es insuficiente por muy amplia que ésta sea. Y las propuestas de posibles soluciones presentadas por los indignados apenas se están incubando, son diversas, algunas ocurrentes, otras estudiadas, imaginativas y hasta descabelladas, pero todas dispersas. Todavía cada quien reacciona según le está yendo en su fiesta particular. Desde quienes sugieren analizadas modificaciones al sistema bancario y financiero internacional, hasta los que piden desaforados la renuncia de los políticos o quienes sienten que están en la antesala de una pacífica revolución mundial de las conciencias. Según algunos deberíamos entrar ya en la desglobalización. Para otros, debe ser el regreso de Keynes, es decir, del Estado benefactor.

De lo que he visto hasta hoy, el cartel que mejor sintetiza lo que la ocasión demanda, reza: “¿Solución a la crisis financiera?: Fuerte Regulación más Redistribución”. Frase que no parece muy revolucionaria pero que en este momento lo es. Porque los neoliberales al eliminar los controles al canibalismo del capital le permitieron la escandalosa concentración de más del 40% de la riqueza mundial en el 1% de una privilegiadísima minoría. Ya veremos, porque regular y redistribuir la riqueza no sucederá por la buena voluntad de quienes la acaparan. Está comprobado. El poder que han adquirido es inmenso y con él su hegemonía corruptora.

Romper esa dinámica tendrá que venir de la acción de las sociedades y de sus gobiernos realmente representativos. Los indignados españoles dicen a los parlamentarios, partidos y gobierno: “No nos representan”. Lo mismo sucede en América y en otros lados. Es mala señal. Si se quieren soluciones de fondo, la indignación del 99% tendrá que continuar tomando las calles y ocupando las plazas públicas pero también deberá afinar sus propuestas. Hacerlas viables. Mundializarlas y homogeneizarlas. Hacerlas gobierno. De ser así, aquí algo interesante va a suceder. De lo contrario vendrá un frustrado regreso a casa. Y seguiremos padeciendo golpes económicos de calor.


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