El amor viene de lejos

No fue una puntada de último minuto para el discurso de las encuestas. El tema del amor está en el mensaje de AMLO desde hace tiempo. Lo recuerdo, por ejemplo, en el comunicado que dio a conocer a mediados de abril de este año: "Cambiemos a México a través del amor". La prensa lo registró así: El tabasqueño se pronunció por crear “una nueva corriente de pensamiento, cuya esencia sea el pensar que si somos buenos podemos ser felices, que sólo se alcanza la felicidad mediante actos bondadosos, solidarios, en pocas palabras tenemos que hacer a un lado el odio, la codicia y practicar el amor al prójimo”.

Me llamó la atención que el mensaje coincidió, el mismo día, con la difusión de una nota internacional que versaba: "Universidades Chinas impartirán clases de amor". En el detalle: "Las autoridades educativas de Pekín están preparando una asignatura para impartir en las universidades de la capital china que incluirá lecciones sobre cómo amar y mantener relaciones sentimentales, un hecho que ha causado estupor entre los estudiantes".

Simpática coincidencia. Para el registro personal de las anécdotas, en esa misma fecha, 19 de abril, escribí en mi cuenta de twitter, @shumando: "Si las cosas siguen así voy a ser totalmente pejista y budista"

Ignoro si ya estarán impartiendo esas clases, si el amor se logró colar en la currícula de las universidades chinas. Lo cierto es que por estos rumbos anda queriendo conquistar su propia república. 

Los detractores de AMLO están descocidos, rabiosos, en contra de la República Amorosa. Que esa cosa no existe. Que es un engaño. Que es una emboscada sentimental del caudillo tropical. Que la teoría política no la considera ni en el apartado de las utopías. Patéticos y de risa.

¡Desde luego!. Es obvio que la idea no fue extraída de algún manual. Es propagandística, original -lo cual le da valor propio- y gusta. Ha gustado mucho. Como una canción sin contenido pero pegajosa. De las que se hacen populares sin pensarlas, sólo de oírlas. Aceptada como suena, sin importar lo que cada quien entienda. Tiene un efecto anímico.

Pero si le pensamos tantito veremos que ello no quiere decir que la República Amorosa, como concepto, no tenga sentido. Que sea sólo una frase hueca para atraer la atención y para generar la polémica. Por los antecedentes, se puede deducir que es el resultado de un largo proceso en la construcción del discurso. Del vínculo con la gente. Del génesis de una propuesta. Refleja un deseo social. Diría que una necesidad profunda. Es una manera ingeniosa de refrescar la esperanza.

De eso mero se trata. De transitar de la Ciudad de la Esperanza a la República Amorosa. 

Para algunos, faltos de imaginación, de ingenio y hasta de humor, resulta muy enojoso. A los que están fastidiados porque quieren escuchar sólo el pregón del encono no hay mucho que decirles, se quedan con las ganas. Tendrán que cambiar sus patrones de crítica. Y los otros molestos, los guardianes del formalismo académico, no deberían estarlo tanto. También la teoría política se va actualizando.

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