Desesperación


Apresurado por rebasar en un camino en reparación. No había por dónde, pero la prisa manda. Los nervios inquietos del conductor.
La oportunidad ofrecida por la lentitud involuntaria la quise aprovechar para tomar fotos a los peregrinos guadalupanos que por la carretera se desplazaban. Al de la retaguardia no le gustaba mi mano con la cámara fuera de la ventana. Como si esa fuera la razón de su retraso, enviaba gruñidos por medio del motor del auto rentado.
Desde luego tomé las fotos, luego se despejó el camino y el auto blanco pudo pasar. Se fue presuroso. Voló. Desapareció. 
Yo tengo tema para comentar aquí sobre los fervorosos bicicleteros.

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