Peña Nieto no va a perder por ser ignorante

Sirven para divertirse un rato. Ante tantas desgracias cae bien un rato de risas. Los errores, resbalones, gazapos, pifias, destemplanzas y cualquier clase de fallas públicas de los personajes públicos, se trate de artistas, deportistas, políticos, gobernantes o lo que sean, pueden ser susceptibles de escarnio, burla, guasa, “botana” y todo tipo de divertimentos colectivos.

Como muestra ya casi institucionalizada, el noticiero estelar de Televisa ha hecho fama de “Las mangas del chaleco”. El uso masivo de instrumentos para captar imagen y video, y su rápida incorporación a las redes sociales, permiten ahora que la diversión a costillas de otros esté en manos directas del respetable público y que su difusión se acelere y multiplique en niveles hasta hace poco inimaginables.

Ninel Conde, la llamada “Chica Dorada” y Niurka Marcos, tres mujeres del medio artístico, han sido objeto implacable de burlas, chistes y comentarios chuscos a partir de equivocaciones garrafales y muestras de ignorancia cometidos frente a la comunidad. Más recientemente el joven cantante canadiense Justin Bieber se mostró ante la televisión norteamericana en vivo como un desastre, pletórico de ignorancia, al mencionar tonterías por querer dar el nombre de los continentes. Nadie le enseñó lo que significan los aros olímpicos. El muchacho ha estado padeciendo un bochorno del tamaño de su acelerada fama. El video dio vueltas por las televisoras del mundo traducido en infinidad de idiomas y, desde luego, se encuentra en internet.

Cualquiera dirá: “a cualquiera le pasa”. Y le pasó al hombre que las encuestas muestran, por ahora, como el más aventajado para gobernar a México. Considero que el desatino de Peña Nieto ha mostrado cual deficiente y vulnerable es sin el apoyo de la tarjetita y el telepronter. La chunga por “los tres libros” durará varios días. Pero hasta ahí. Ese es él. Nada nuevo. No creo que el hecho provoque que a partir de ahora sea un mejor lector de libros, un peor candidato y eventualmente (si por desgracia llega) un gobernante distinto a lo que fue en el Edomex. Desde luego que los errores en las campañas políticas, reiterados y acumulados, pueden impactar negativamente en los resultados. Ya lo vimos de cerca en el caso de López Obrador. Pero ni así llegan a ser factor único para modificar las simpatías populares o la intención del voto. Sucede cuando coinciden con un acumulado de factores.

Lo que quiero enfatizar es que las eventuales modificaciones de las preferencias electorales de los próximos meses y el resultado que se derive no van a estar determinadas por el número de aportaciones y visitas al hashtag #LibreriaPeñaNieto, ni a los artículos, cuestionamientos, críticas, notas y bromas que se hagan al respecto. Para no confundirnos. Hasta me parece excesivo y ridículo que ahora en cualquier entrevista se empiece por preguntar por “los tres libros que marcaron su vida” y, peor aún, que algunos voluntarios se pongan a difundir sus supuestas preferencias literarias sin que nadie se las pregunte. Cultos de ocasión que se acordaron de visitar el empolvado librero para memorizar título y autor (si es que los libros no están en alguna caja).

Mi apreciación es que las redes sociales (caso particular del Twitter que es la más dinámica) socialmente son factores informantes y convocantes, reproductores de opinión, pero no alcanzan a ser determinantes en la percepción política y en la consecuente decisión. Todavía no, por lo menos. Aunque las televisoras a veces dan muestras de nerviosismo y claramente tratan de impedir que las redes sociales les impongan la agenda y los contenidos.

Las redes tienen un alto grado de racionalidad. Quien participa en ellas aportan su contenido y buscan otros en él como un proceso consciente, con base en la razón. Por eso transmite con furia intensiva la crítica al ignorante que nos quiere gobernar. Pero los que más saben del tema aseguran que la decisión electoral individual (como la comercial) está más basada en los impulsos emocionales. En las percepciones y las reacciones emotivas ante las seguridades, los miedos y las incertidumbres. Y esas no cambian por el repentino surgimiento de hechos circunstanciales que llegan a ser atendidos y entretenidos pero luego desechados como secundarios. Recordemos la paliza de bromas por las chapitas de Eruviel que al final no le significó un efecto negativo y, por el contrario, lo hicieron más conocido.

Además, la dinámica electoral nacional, la concreta y “de tierra”, aún está fuertemente cargada con procedimientos corporativos lo que implica ausencia de independencia ciudadana para decidir. Esos que el PRI sabe manejar muy bien y de los que dio muestra sobrada en el Estado de México.

Es decir, si se quiere ganar la elección no basta con la crítica desaforada a punta de teclazos esperando que el otro se caiga solo por sus ignorancias.


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