Voy por los cigarros



Se descubrió con sorpresa el Bandolero de la Suerte viajando sin equipaje. "Para entrar al infierno con lo que traigo puesto me basta". Justificaba. No se conmovía. Imposible sentir ya compasión de sí mismo. Si tenía que pasar fríos paralizantes antes de llegar a los calores aquellos, que así fuera. Dicen que en el averno los trapos salen sobrando. Cuantimás, si quieres volar en calidad de pluma ligera. Trepado con un solo pie al estribo. Uñas al barandal. Candidato a fiambre, a carne estampada. El tren de la desesperación a toda carrera. Irresponsable.
-Lo prefiero a tanto codazo en la nuca. A tener que seguir doblando las rodillas.
Fango Largo reía.

---------------

Buen conocedor del protocolo, de lo cortesano y la cortesía, el Solitario Intrínseco recogió sus propios pedazos y tomó la decisión extrema: 
-La burla sutil es intolerable. Malsana. Corolario del menosprecio, mucho más si está preñada de venganza. La cortesía es engañosa, no me basta. No me cura. No hay calor en la palabra, es mueca helada. 
"Si calor quieres también te puedes ir yendo al infierno", le habría dicho, si estuviera, la Intrusa Voz del Misterio. Pero no estaba.
El Solitario Intrínseco no podía esperar que lo escucharan, por lo tanto, que lo entendieran. Impensable la comprensión, reservada a unos cuántos de los mortales. Si no había sensibilidad para los pequeños detalles, mucho menos para la verdad verdadera, la que ayuda a despejar la brecha que comparte la vida, la verdadera. Fue entonces que, resuelto, la sacó de un bolsillo del pantalón, la sujetó con fuerza con la mano derecha, la subió frente a sus ojos y se dispuso a decirle:
-A partir de este momento estoy desaparecido. Mejor dicho, no estoy en ninguna parte. Salí a comprar los cigarros que no fumo y me he perdido. No regresaré. No regresaré porque no encuentro mi lugar contigo. Creí que estaba acompañándote. Pero confirmo que no tengo cabida. Que te salgo sobrando. Que soy un bicho raro soportado por causa indefinida. Por costumbre tal vez. Y como notoriamente no estas ni en condiciones ni en animo de considerarme, me esfumo. Tu ausencia y desapego es gesto rutinario. No te das cuenta. Casi un acto reflejo. Pero... ¡claro!, nadie puede dar lo que no tiene, lo que no siente. Comprensible explicación. Suficiente para que ni siquiera pretenda distraerte con mi incomodidad. A fuerzas ni los calcetines. Que, por cierto, ahí disculparás el tiradero. Me haré humo, polvorón al viento.
Nadie alcanzó a ver que era aquella cosa con la que hablaba. Tal vez un espejo, una foto gastada, una estampita. La nada.
Fango Largo reía.

----------------

Todavía con media sonrisa en la cara burlona, después de la carcajada, Fango Largo debatía:
-La exageración es mala consejera.
-¿Qué sabes tu mugroso?, ¡costragrande!, si a ti te tratan como a cualquiera.
-Mira quien habla. ¿Que no es eso mismo de lo que vos os quejáis?
-Entonces no te burles, me deberías dar la razón. Son los pequeños detalles los que hacen la diferencia.
-Los que hacen grandes a los diferentes, que no es lo mismo.
-¡Ahí esta!. Y a los insensibles, la miseria.
-Con esa actitud seréis naranja agria.
-Seré viento.
-Amargado el corazón.
-Me lo extraviaron.
-Tanta sutileza da pena.
-Las sutilezas le dan sentido y cambian al mundo.
-O lo despellejan. La razón engaña. Es traicionera.
-Este no es asunto de razón ni de sutileza. Tan simple como tener que aceptar, en la desgracia, que nadie te puede dar lo que no tiene. Aunque quieres. De quien más lo esperas. Eso duele.
-Causa ligera y fatua la de vuestro desconsuelo.
-La misma. Aunque no te parezca. Ilusionarme en poder tener lo que ya me habían dicho que no podían darme, error de calavera. Para mi no hay lo que necesito. ¿Para ti sí?.
-Tampoco. Pero no chillo...
-¡Claro que no! Lo sufres a tragos largos en silencio. ¡Miserable frustrado!. Lo noto.
Adusto el rostro. El fantasma del desconsuelo también ronda por su mundo. 
Fango Largo no ríe.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobre el dinosaurio camaleón

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

No hubo “corcholatas”