Blog mata viejo entretenimiento

Pilar Montebello es una mujer hermosa. Ojos tirándole a color malva aunque yo digo que son de malvavisco, artificiales, pues. Ni que fuera Liz Taylor. Ojos lindos de todas maneras: mirada circular. Nariz fina, respingada y distinguida, como de modelo para pintores y la boca de cantar debe dar unos muy buenos besos aunque prefiere gritar. El cutis terso. Cara transparente, de cristal. ¿Toda será igual? Bajo el velo; esas ropas.

Mujer perversa. Patrona implacable. Manda a fusilar a los esclavos que se le revelan con la mirada y a los hombres que se le resisten cuando los requiere para satisfacer sus muy personales necesidades. Me abraza. Se me cuelga del cuello. Me jala e insiste: quiero que seas mío, hazme el honor hasta que te queme el sabor, acércate al abismo y comprueba que mi apellido no es gratuito. No me deja respirar. Quiere sumergirme y ahogarme en un mar desconocido. Quiero que me hagas tuya ...me prende. No te me resistas ...me asusta. Ven aquí y has estallar en mil pedazos este cristalito incandescente, luego los recogemos. A punto de turrón; de dar el paso que me ponga en el filo en el que ya no se puede dar ningún paso más. Sólo girar: movimiento circular alrededor de las colinas hasta llegar al final. Arranca. Aúlla. Atranca. Pero no, siempre no. No puedo. ¿Dije que no puedo? ¡Si puedo! ¿Cómo no? Estoy que meto el gol. Soy yo la que dice que no puede; acabo de recordar... No te preocupes mi Pilar, ninguna sana razón para dejarlo así. Soy ajeno y buen enemigo de los prejuicios y no me altera ninguna contingencia mensual. ¡Dije que no puedo, necio! y no me hagas enojar. Tengo haciendo antesala al fotógrafo de planta del blog "Nalgas y Libros" y no quiero hacerlo esperar. Tengo que prepararme, voy a posar. Preparada estás; ya te puse la piel chinita. ¡A callar!. Saquen de aquí a este caliente útil, ya veré si lo busco después. Y más vale que realmente sirvas para algo, animalito alborotado, porque si no, te mando fusilar. Cierren un poco las cortinas, quiero la luz tenue y caprichosa como les dije; tráiganme los de encaje y pongan todo sobre el altar. Luego hagan pasar al señor que está chupando como desesperado en el bar. No le vaya a desfallecer el pulso y me terminen quedando como la cara de tu mamá.

Pinche vieja cretina, ¡malviviente!, matapasiones -que no me oiga- ¿Qué va a ser de mí?, me dejó como acumulador: energía juvenil al desperdicio, pura basura. ¿Por qué me atan? ¿Quién me aprisiona de las manos? Empecé a sudar. ¿La fiebre? Licenciado... ¿Cual? Es calentura pero de la otra, de la más buena. La mandona. Licenciado... ¿Delirar? Licenciado... Una cuarta partes de consciente; huesos atorados, músculos adoloridos, cabeza fuera de sus ubicaciones. Licenciado, que bueno que está consciente, ¿me puede escuchar?. ¿Qué hace aquí Anita? ¿Qué hago yo? Medio despertar. Se quedó dormido licenciado, casi al amanecer. El brindis se convirtió en fiesta particular; tamaño tormento. Ya veo, es todo lo que recuerdo. Vine por casualidad. No me imaginé que todavía estuviera... hace como un par de horas... me quedé para acompañarlo, no le fueran a robar, ya ve cómo son las gentes de la limpieza. Le subió mucho la temperatura, está transpirando copiosamente y no ha dejado de hablar. ¡A escuchar! Me siento aprisionado, me tiene sujeto de la muñeca. Suélteme la mano Anita, ya me siento mejor, estoy casi para volver a empezar. Levante la cabeza, respire hondo y, si puede, trate de levantarse. Aquí le traje agua fresca y un Alka-Seltzer. Despertar. Creo que estaba soñando, me pasa nublado, algo de un cristal; debió ser intrascendente. Ni que lo diga... más o menos... no me lo recuerde licenciado... (nunca supimos lo que iban a retratar). 





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