¿Siria está muy lejos?


Se acabaron los estadistas y los líderes universales. No es por nada. El moderno esquema de convivencia internacional no los necesita. La globalización económica es para que nos revolquemos todos mientras unos pocos chupan el popote. Pero en los asuntos de gobierno, en esas cosas de poner orden, que cada quien se las arregle en su paisito, en su estadito o en su pueblito, con la ingobernabilidad de los tiranos chiquitos. La desvergüenza.

Mientras esos gobernantes chiquitos estén pateando a sus propios pueblos a placer podemos tener la seguridad de que sus vecinos de al lado (y también los de lejos) optarán por no meterse “en su vida interna”, por no “violentar la autodeterminación de los pueblos” aunque la evidencia de las masacres y las vejaciones a los ciudadanos y a sus hijas sean vistas universalmente por todos los medios de comunicación y en tiempo real. Como cuando el macho de la casa se madrea a la mujer y los hijos, hasta dejarlos turulatos. “Que nadie se meta, que es mi vieja”. Como una película de otros tiempos, en otro lugar, ubicado en el rincón del planeta llamado no me importa.

Más aún, su excelencia el Mercado impone. Si logran un buen arreglo de compra-venta y el tirano paga bien, los venerables y respetados mercaderes del libre comercio, garantes de las democracias a placer, le andarán surtiendo las armas de nueva y vieja generación para que los huesos de sus súbditos truenen más bonito.

¡Ah! pero no se le vaya a ocurrir a ese salvaje sátrapa salir a las calles del mundo para hacer sus escándalo indecentes. No tenga la puntada de faltarle el respeto a la moral social del mundo civilizado y democrático y, peor aún, de desafiar a la humanidad con su verborrea fundamentalista. No se le vaya a ocurrir parpadear demasiado en plena campaña electoral democrática de la gran potencia. Mucho, pero mucho menos, que vaya a caer en la tentación de meterse en casa ajena. Porque entonces sí, el discurso del mundo libre y democrático universal grita por todos los cielos exigiendo el respeto a los derechos propios y de los demás, y frenético patea directito por los huevos del sátrapa atrevido, en nombre de la libertad y del desorden controlado mundial. Los que fueron amados y armados serán demolidos por el bien y la salvación de sus pueblos.

Faltaba más…

Como antes en los Balcanes y en muestra de la filosofía de la tolerancia internacional, sabrosito y a diario en Siria muelen a bombazos y a palos a la gente en las calles o en sus casas sin que oficialmente exista una guerra civil. Es cosa de ellos. Al cabo que cada pueblo es aplastado por la bota que se merece, hasta que el mundo civilizado chille contra los salvajes, con cámaras y micrófonos desde el lugar de los  hechos, sobre los escombros de un conflicto aberrante que pudo no ser.


Comentarios

Entradas populares de este blog

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

Sobre el dinosaurio camaleón

No hubo “corcholatas”