Sobrevivir al PRI
Un joven mexicano de 25 años lleva
vivida toda su breve vida bajo la órbita neoliberal. Del salinismo al panismo. La
misma gata. Estilos más, negocios menos, ha existido un hilo de continuidad.
Calderón no es Fox pero se comportan como parte de lo mismo. Los grandes
consorcios y la televisión homogeneízan. Regresa el PRI a la Presidencia de la
mano de Salinas. La misma gata. Es decir, un joven de 25 años va a tener más de
lo mismo hasta que rebase los 30. Los chavos más rebeldosos le llaman “masoquismo
nacional” y, para solaz consuelo, con eso se hacen simpáticos chistes. Para mí,
es la expresión moderna del conservadurismo multiplicado. Temor al cambio.
Asegurar lo poco que hay, cuando casi no hay. Andar a gatas. Ya decidirán en su
madurez si se siguen de frente o dan reversa. O ya llegarán (¿están llegando?)
otros jóvenes a dar las nuevas peleas.
Pobres de los sobrevivientes desde
las generaciones como la mía. Ricos también.
Pobres porque se aleja la
posibilidad de ver el salto político a la izquierda: garantía de todo y de
nada, mucho menos de la felicidad eterna, pero ocasión innegable para la
apertura hacia una nueva experiencia; hacia un intento por lo que falta de
hacer diferente con el poder. ¿Por qué no se ha trasminado hacia el resto del
país la experiencia exitosa del DF? Esa especie de ejercicio socialdemócrata a
la mexicana.
Ricos porque los cambios que se
han dado eran impensables hace algunas décadas. Inimaginable la pluralidad y la
competencia política legal. De alguna manera llegó, con sus nuevas inequidades,
pero indiscutiblemente es una arena de participación totalmente distinta. Fuera
de todo sueño pensar que podía perder el PRI: perdió, aunque el resbalón salió
por la derecha. Ahora regresa.
La misma gata revolcándose en un
nuevo contexto. Consorcios legales y corporaciones ilegales de por medio. El
imperialismo de las super mafias. La globalización del atraco material y
financiero con la intervención directa del Estado
(aunque pregonen lo contrario) pero sin la red de protección social que la
amortigüe. El liberalismo conservador atacando. Se tuerce la tuerca “de largo
aliento”. La acumulación primitiva (por salvaje) del capital, acelerada y
sofisticada con las nuevas tecnologías. La espiral histórica ha dado vueltas
(las Leyes de la Dialéctica hubiéramos dicho en otro entonces).
Se sobrevive. Los cambios que
vemos hoy no fueron mera inercia. Se dieron gracias a largas jornadas de luchas
sociales de todo tipo. Décadas. A la
necedad de otros jóvenes y de otros viejos. Picar piedra. Sobrevivir a la falsa
unanimidad y al autoritarismo del PRI era como una ilusión óptica.
Caleidoscopio que no paraba de dar vueltas. Colores básicos girando: todo en
blanco. Las peleas del Don Quijote versus sus molinos de viento parecían una
vacilada. Se sobrevive.
Se sobrevive al PRI porque no se
ha ido del todo. Solo en la visión presidencialista del poder. En los niveles locales
y los Congresos, pesa. Y no pocas veces con actitudes peor de autoritarias y
nada políticas. Insoportables.
Se sobrevive si no se baja la
guardia, renovando las necedades. Las cuentas no están saldadas. La polarización
económica en la sociedad está peor que nunca. El PRI la ha generado y motivado.
No va a resolverla. No puede porque es parte de la esencia que lo justifica.
Organización social desde abajo y
política partidaria. La economía. Los nuevos temas de la diversidad social y
sexual. Los derechos civiles, la ecología y la multicultura. El estado laico y
la educación necesaria. Libertad de expresión y el alto a la censura. Las
ideologías y la disputa por las conciencias. Nada nuevo que decir; la cosa es
hacerlo.
Y en lo íntimo personal no hay
que cargar con lo que parecería un martirio social. No hay culpa que expiar. ¿Qué
si qué le pasa al país? Camina receloso y lento. Historia enseña.
Se sobrevive emocionalmente en
los tiempos del PRI con el son y la cultura. Sobre todo en la etapa histórica
de los incultos de telenovela. Aunque después de Fox, casi cualquiera. Renovando
las ideas. Grupos de estudio y discusión. Activar la polémica. Un poco de jazz
y blues. Boleritos para la nostalgia. Música mexicana para la bohemia. Salsa para
la fiesta. La abstracción salvadora del muralismo y el realismo mágico de otros
tiempos se puede sustituir con los pintores de la contra cultura. Con el cine
de arte sin el odioso panfleto que todo lo denuncia. Con la literatura negra y
los creadores de la nueva-vieja ola: Cristina Rivera Garza, Jorge Volpi y Juan
Villoro a la cabeza. Murakami y Fernando Vallejo desde otras praderas. Saramago,
tal vez, para quienes les gusta.
Porque, claro está, cada quien su
preferir multicultural y su cartelera.
Es más de lo mismo pero se
sobrevive. Bienvenida la alternancia de siglas. Sirve para aderezar el
expediente de una especie de competencia dispareja: la imagen mundial de una
democracia que sirve de fachada a las trasnacionales y al crimen organizado acicateando las espuelas. No confundir con el
cambio real. Ese está pendiente. Por eso la lucha sigue como la vida. Ni consuelo
ni tregua.
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