Crear, vivir


La creación, sea la creatividad individual, se desmarca de la decadencia como su mejor remedio. Compañeras posibles que si se encuentran se inhiben. Compañeras al fin. Transitan por rutas que yendo paralelas a veces se entrecruzan, chocan. La creación es el remedio, la decadencia la enfermedad. La segunda siempre se impone, a menos que todo se acabe en la cúspide de la creatividad. Así es como algunos imberbes, en medio de la locura, han pasado a ser sabios eternos sin haber acumulado sabiduría. Parecía que no lo sabían ¿Para qué pretender dar más allá de lo que se tiene? ¿Para consumir el aire del universo dando pena? Te doy lo que para ti tengo, mundo y me despido. Ignorantes locos o protosabios prematuros, da lo mismo.

Pero una vez acumulada la decadencia, lo que queda es la sabiduría tardía, madura, o el silencio eterno. Lo primero es el delgado hilo de araña de la salvación, lo segundo la vergüenza. La propia que no ajena.
¿Y si la decadencia es sólo un engaño y la sabiduría una alucinación para los cuentos? Queda la vida mientras se investiga. Mientras el tiempo amasa todos los polvos. Idos no hay vuelta. Quedan los alicientes luminosos que se presentan mediante la acumulación de los mínimos destellos. Vivir, que es más que sobrevivir, que es más que el extravío.

Vivir tal es dar y recibir. A gritos. Intenso. Fuera de los límites que alcanza la letra impresa; las reglas. Correr tras esos ojos tornasombra que se encienden como faros mientras más oscurece. Conocer de los pasos cuando ya se hayan dado. Echar el volado y, en la espera de que caiga la moneda, morder las amarras de cada apuesta. Corromper la lógica perfumada del tiempo. Obtener fuerza no de la flaqueza sino de la misma fuerza acumulada.

Vivir, entonces, es creatividad. Crear, entonces, es de sabios que saben vivir. Vivir, entonces, es vivir. Los calificativos por los efectos celulares de las secuencias cronométricas del paso del tiempo se quedan, entonces, paralizados y hundidos en aquellos que se han perdido en su propia naturaleza. Sólo le temen a la evolución los que creyéndose sabios habrán de vegetar en el miedo a vivir y en la ignorancia eterna. Los que no saben.

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