El Luto Humano


¿Qué se hace cuando quieres que una parte de tu lectura destaque y para eso tendrías que subrayar el libro completo? Recomendar la novela de inmediato.

El caso en mención es una novela: El Luto Humano. Ya en otro lado he mencionado mi juvenil y primigenia relación con la obra de José Revuelta y con él mismo. Vínculo accidentado y casuístico. Estoy conmovido con la relectura de esta obra. Cimbrado de pies a cabeza. Desde que la estaba leyendo. Nadie que describe a su mundo de esta manera, su mundo más inmediato e íntimo pero universal a la vez, puede ser catalogado como panfletario. Rebelde será. Rebelde contra la simulación detrás de la rebeldía institucionalizada y burocrática. Como era Revueltas. Escrita en 1941-42, en pleno alemanismo consumador del capitalismo moderno. La revolución traicionada. Las revoluciones. Revolucionarios y cristeros se matan unos a otros por igual, purificándose en un salvajismo innato, sin aparente sentido.

Hace exactamente 70 años fue escrita esta novela. Como en otro siglo. Como ahora mismo. Violencia. Violencia individual y de un pueblo sin alternativa. Sobrevivencia. Milimétrica distancia entre lo otro y la locura. La fuerza descomunal necesaria para contenerla, para evitarla. Vivir en ella. Frontera invisible entre vida y muerte.

Me pregunto: ¿Por qué Los de Debajo de Mariano Azuela, otra obra inconmensurable, puede estar arriba, en el reconocimiento de la literatura realista nacional y El Luto Humano se mantiene silenciosa y perdida entre las heladas estanterías del olvido general? ¿Por la herejía política del autor o por su extremada crudeza? ¿Por su actualidad? Crudeza llena de simbolismos, por cierto. Realismo muy natural, sobrecogedor, psicológico, trascendental, adjetivado. Estética depurada de la palabra. Construcción del camino de la muerte sin rodeos. El realismo mágico latinoamericano vendría después. Mucho después.

Historia de cómo una niña muerta compone y recompone los vínculos de vida entre los que le sobreviven. De cómo rompe y reconstruye atisbos de amores profundos. De odios. De reservas en silencio y de venganzas. De cómo nada es definitivo, como siempre. De cómo sólo la muerte. De cómo la evidencia de la próxima muerte propia, inevitable, colectiva, anunciada por el pulular de los zopilotes sobre sus cabezas, otorga la fortaleza suficiente para estirar el tiempo de la vida agónica inútilmente. Casi inútilmente. Tiempo suficiente para ajustar cuentas, con los otros y con sí mismos. Historia íntima de un pueblo, de un país, que se duele y se defiende a arañazos del sufrimiento.

La muerte al final y al principio. Muerte siempre. El luto es su preámbulo vigoroso, su promotor, no el ritual lloroso de su consumación. Muerte de todos. Luto por todos. De no terminar bajo tierra o dentro del fuego el destino de cada cual es uno solo: recolector de basura, el pico del carroñero.

(El Luto Humano, José Revueltas, Obras Completas 2, Ediciones Era, Tercera Edición, México, 1982)




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