Gobernar no es imponer el poder
Está ausente el ejercicio de la política. Su lugar lo ocupa el ejercicio
compulsivo de la polémica.
Quienes debieran privilegiar, promover y asegurar la estabilidad con
respeto a la pluralidad han optado por crear confusión y tensar lo
ánimos entre los actores políticos, excluyendo de su agenda el diálogo, la
inclusión y la confrontación de ideas. Tal parece que la única confrontación
que les interesa es la destinada a eliminar al otro. A ese otro que
no piensa igual que ellos, que no se les subordina, que está dispuesto a
establecer acuerdos pero con autonomía, que entiende la responsabilidad con la
ciudadanía de manera diferente y que exige el respeto a sus derechos,
individuales y colectivos, en la diversidad. Ese otro que bien
puede ser ciudadano común, presidente municipal, empresario, dirigente
político, periodista o líder social.
Gobernar es conducir, equilibrar, resolver. Respetar y hacer valer la ley.
Pero estos personajes prefieren transitar por el concepto de poder y
suponen que, como lo tienen, todo lo pueden. Arbitrariamente. No toleran que
los toque la crítica ni con la brisa de un juicio justificado. Su verdad es la
única, engolosinados con el principio de autoridad por sobre la legitimidad. Ni
los miembros de su propio partido escapan a su furia si no acatan el designio
verdadero. Juegan con fuego frente a Prometeo.
Decepcionan
la esperanza colectiva. Estamos hablando de una nueva
generación de gobernantes que, debiendo estar a la altura de la nueva realidad
social y política, han preferido sacar del sarcófago los viejos usos del
autoritarismo. Enseñanza que renace de su subcultura política. Dañan a la
sociedad y hacen como que no se dan cuenta porque si ésta les vota en contra
reaccionan creyendo que la realidad está equivocada y, entonces, presionan,
distorsionan y censuran para tratar de vencer sin convencer. Neutralizar y eliminar al contrario.
Lo
estamos viendo en Quintana Roo: un gobierno afanado en actuar como fracción
partidista que no crea las condiciones para la interlocución que equilibra sino
que estimula la interacción ríspida que conflictúa.
A pesar
de que ya es evidente lo contraproducente del método (para la sociedad y para
quien lo usa) en lugar de eliminarlo el gobierno estatal lo acentúan
acompañándolo de nuevos inventos como la creación de conflictos artificiales,
con repercusión mediática, en Benito Juárez, para tratar de erigirse como los
abanderados de las causas ciudadanas y, eventualmente, como los garantes de su
solución. Son, por ejemplo, los casos del cierre del relleno sanitario en Villas
Otoch y los supuestos incrementos al transporte urbano y a los estacionamientos
públicos.
Puro e irreflexivo afán por asediar la plaza para conquistarla a como dé
lugar. La tunda electoral que se llevó localmente el PRI y su candidato
presidencial, arde. Malas cuentas. De paso perdieron frente al PRD la
diputación federal correspondiente y los dominan las peores emociones.
Reaccionan con el incontrolado reflejo de la revancha sin caer en cuenta que
son gobierno. Responsabilidad evadida y, aunque no lo crean, la gente se da
cuenta del engaño. Veremos.
Pretender imponer la voluntad propia, cuando la voluntad es veleidosa,
derrapa en mero capricho. Dudo que el propio priísmo tolere por mucho tiempo
seguir en ese sendero. No es una apuesta ni mucho menos. Me traiciona la teoría
de escenarios.
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