Ruta curva para viajeros que llegan


Al final resultó ser un asunto de inteligencia. Superadas las tentaciones y el peso de los sentimientos, los sentimentalismos y las frías conveniencias. Inteligencia para entender la magnitud de los riesgos y las trampas. Para intuir los sutiles caminos útiles para evadirlos aunque fueran un largo recorrido para darles la vuelta. Peligros con demasiados costos a cuestas. Mayores que el silencio y las pausadas respuestas. Lo entendió mejor quién menos lo imaginaba. Quien de menos se espera. Lo entendió y actuó en consecuencia. Seguridad y paciencia.

Nacimiento de una galaxia. Dispersión arbitraria de las nebulosas. Explosión y muerte de una vieja estrella coleteando veneno con la cauda extraviada de su desesperanza. ¿Quién soporta una conflagración como esa? No cualquiera. Valió la pena el inconveniente de navegar la suave y adormecedora penumbra del infinito obscuro. Sin comprensión y sin aliados sinceros. Soledad en la trinchera. Nadie habrá de esperar que el cocodrilo entienda de la composición química del pantano en que se encuentra. Sólo la inteligencia.

Inteligencia veterana y maestra. Respetable. Señera. ¿Vendrá la nueva?



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