Tiempo de papel mojado


Vivían los días escondidos en las noches de una tos disparada desde unos pulmones muy podridos. Muelles atrofiados de un calentador banal que estalla en aire seco sus peores irrupciones en el rostro de un monstruo jodido. Los días y las noches chupando lánguidos destellos de un farol iridiscente. Orlas de fumarolas invisibles emanadas desde volcanes huecos y fríos. Noches y días con la energía herida por una promesa sarcástica: crear sueños desde las señales vagas, ocultas en el tejido frágil de una servilleta de papel mojado. Trampa de sinodales. ¿Cuántas cábalas malignas son necesarias para la llegada inútil al centro de un corazón que late como cualquiera? Noches y días repletos de tos inaudible pero mensajera. Valen tanto la pena como la ilusión de un beso intenso, babeado en sangre, a los escapularios. Los días y las noches sin su ambiente. Derroche de tiempo desperdiciado.

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