Aferrada al enganche

Más veneno que el de la carpa rebozada no puede haber, ni aunque cayera presa. Prisionera de su naturaleza. Quiere sentir la bajeza de más abajo como si no hubiera tenido suficiente, aunque se retoque de encaje, estambre y franela. Lo que el deseo le recomienda: alba de gritos salvajes. Primitiva, primaria sin pitonera. Pero eso es lo que parece: nadie lo sabe, ni su propia cabeza. Noble no impone. Nobleza perdida entre la maleza. Doble moral no es lo que endereza. Es lo que interesa. Desdoblaje, sin trueque ni contraataque. Atracadera. Almirante sin furgoneta, las ojeras revientan gratis.  Cabalgata del mástil desconocido. Que nada es mejor que por conocer. Todos los cables son de uso múltiple aunque hablen los abonados de cortisona y coliflor con su sonrisa bobalicona. 
¿Que para qué prefiere al enterrador? Ni modo que no lo sepa. Por mi parte quiero el corte seccionado con la mejor segueta. Corte hasta el mar W, si es que el viento sabe el destino y arrabalero me orienta. Horizonte chipotudo sobre la meseta, bordeando las faldas del bebedero. Una ubre no es cometa. Codorniz calva. Marioneta. 
¿Y entonces, para qué quedamos que quiere al enterrador? En el cortejo hacen llamadas salivosas con fanfarria y trompeta. ¡Ni modo que no lo sepa!


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