Melodía ciega


No voy a jurar frente a un crucifijo lo que no pueda decirle al sol.
Las verdades cuando lo son deben oler a madera.
Tabla rústica en forma de estaca que se entierra en el corazón.
Para que nunca salga, para que nunca vuelva.
Los acordes de sus secretos serán melodías entre los basaltos.
Todos de piedra como la sonata, la risa loca volcada en una mala canción.
Enmendaduras tendrán que escalen los pretiles como enredaderas.
Las ideas saldrán para siempre de entre las cavernas.
No voy a jurar frente a un crucifijo como si fuera cualquiera.
Quedaría el hueco por adjurar de tu amor aunque no lo creas.
Cae la bendición sola cuando hay sacrificio ciego.
Un pasado que no quiso ser se quedó atrapado fuera de su propio recuerdo.
Las sombras de los tumultos brotan hechas eco descomponiendo su principal intención.
Cuerdas para el bandoneón y un fuelle de aire caliente para las trompetas.
No voy a jurar en vano aunque el castigo amague.
Te lo juro por lo que quieras.


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