En el Héctor Espino

En la noche de las sirenas, Beto Coyote le hizo un favor al frío cortante. Emparejó los cartones y con tanta cheve corriendo por las bases los Naranjeros le dieron la vuelta a los cachanillas. Como que no querían hacerse responsables de la Serie del Caribe en casa, pero ahora se aguantan. A santificar febrero.
Aunque depende...
Los chavos fresas, haciéndose al principio de la boca chiquita, pisteaban desaforados con la necesidad urgida de hacer prosperar a la industria nacional cervecera.
Los morros preparados se taparon con las cobijas. Batazos y chocolates los calentaban. Se juntaron desbaratando las opiniones mas simples y sinceras: sabiduría beisbolera. Algo que rota traerán en la sangre.
Los tres reyes magos también eran una pandilla.
La ráfaga no me la pescó al vuelo. O no quiso. Hizo como si estuviéramos en los otros tiempos. Ni la señal de humo ni en el convido. Solo cruzar la reja y ya como que te olvido. Las emociones de la pizarra. Digamos al desagravio. Ahí la vemos.
Para colmo de las posteriores a la distancia me mandó a ver turismo en días de encierro. Como si fuera menudo recalentado de todos los días.
La línea culta también se va de vacaciones.
Pitcheada escondida aunque el lanzamiento fue de bobita. ¿Será por eso? No me la pescó al vuelo. La cuenta en tres y dos.
Aunque depende...



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