Consejo inútil


Mayoriteo bajo promesa… de baja.

Espectáculo bochornoso el que se puede constatar, sesión tras sesión, en el Consejo Estatal del PRD en Quintana Roo: la conversión de un partido de izquierda libertario y democrático en un puñado de empleados-votantes subordinados por la disciplina de la nómina y/o los apoyos concomitantes. Ver a esa mayoría de los consejeros sentaditos, silenciosos, arrinconados y controlados para asegurar la lealtad a la voluntad de sus jefes es vergonzoso. Hasta se les prohíbe hablar con otros miembros del mismo Consejo: aislamiento antiséptico contra la contaminación del razonamiento y las ideas, de alguna propuesta distinta. De pena ajena.

El Consejo es el máximo órgano de dirección política partidaria en el estado: ¿con esa cosa amordazada y paralítica se puede conducir la lucha de una sociedad por el cambio democrático y la justicia social? Claro que no. Mucho menos cuando ni siquiera se tratan los temas de interés colectivo en esas reuniones: no hay informes de actividades, no hay línea política, no hay evaluación de los trabajos de los gobiernos del partido, no hay discusión ni análisis; muchos menos crítica. ¿Existe la izquierda sin la crítica y la autocrítica? Me estaría enterando.

Izquierda con comillas: “izquierda” que se desvela por establecer alianzas electorales con la derecha pero que se olvida de la alianza con la sociedad. A esa sólo se le regala demagogia barriéndole las calles cada semana pero no se le organiza para la defensa de sus derechos y la autogestión. A las líderes de colonia se les controla, también con la nómina y/o con la dotación de prebendas. Punto.

Todo es control, control y control: la justificación es ganar elecciones. Como sea. Votos para los cargos. Cargos para unos cuantos. Cargos para hacer… ¿qué?

Es muy cómodo construir un liderazgo político autoritario desde la relación corporativa, patrimonial y subordinada que permite la administración de una nómina. Secuestrar a las estructuras formales del partido, paralizar su funcionamiento y sustituirlas con una pléyade paralela de empleados disciplinados. Es un liderazgo-jefatura.  Liderazgo endeble. Jefatura indeseable. Liderazgo tolerado pero no respetado. Jefatura que llega a su fin con la desaparición de los soportes materiales que le dan sustento. Ya lo hemos visto. Ya lo veremos. 

Mientras eso sucede, la situación se ha vuelto intolerable. Imposible de consentir y mucho menos de legitimar. El Consejo Estatal está nulificado. No hay nada que hacer ahí. Inútil políticamente. Inexistente para efectos prácticos: solo sirve de coartada para justificar el voluntarismo, la soberbia y el beneficio de quienes lo controlan.

Se trata de participar políticamente desde la izquierda. Entonces, es inútil seguir perdiendo el tiempo en esa mascarada.

Retomaré la participación en instancias partidarias cuando las cosas cambien. Mientras, seguiré desde afuera y desde abajo. La lucha y la causa son más duraderas que los ciclos políticos con poderes temporales. Cambiarán.


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