Ceras, dedos

Por los linderos de los labios del cielo,
el que no miente, el verdadero,
voy sublimando las fauses del ayuno,
aquel que a cada instante se viste de blanco mortecino
por tu afición al visitante inoportuno.
El goloso mas barato que estaba antes de la espera,
el que por impostado derecho de admisión se mantuviera.
Ceras y pabilos. Fuegos eléctricos impolutos que te encienden la mecha.
Dedos utiles marcados por el incoloro albino.
Serás de dos. Por lo menos. Aunque no quisieras.

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