don enemingo
Que todos los días me sean y sepan exactamente iguales solo provoca que arme un buen uso de sus horas para complacer a mis causas gustadas de la vida. Pero saber que es domingo desbarata todos los planes. Cada domingo. El día se hace pinche y me sabe a humedad y a vacío. Haga lo que haga, no sirve. Los minutos se estancan en el cielo y la soledad tiene paso libre como si fuera la gran novedad después del diluvio. No tiene sentido pero tiene su peso. Donde quiera que esté, deberá de haber un remedio para hacerlo mi amigo: no puedo omitirlo del calendario.
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