No todas las abejas son reinas y a la inversa.

"La navegación que inspiro es subcutánea", dijo sin ánimo de ofender demasiado a las modelos. Pero éstas tomaron el comentario muy a pecho ligero por aquello de que la reserva fundamental para fingir los desvelos está en la superficie de su cuerpo. No les vino nada bien el atrevimiento comedido de la bestia.
"No seré, sin embargo, quien se sumerja en el olvido. Tengo decenas de aromas que sabré impregnar en los tejidos". Aquello fue el colmo: ¡intolerable!. ¿Quien se creía aquella paria que osaba hablarles de tan desbocada manera?. A ellas... las reinas.
Debajo de las piel todo puede ser una larva, pensaron al unísono, pero antes de que la razón les respondiera cualquier interrogante, una ráfaga de luz incandescente las cegó al instante y las desorientó por completo: les extravió el camino. Desde entonces las modelos se mueven con bamboleo incierto, sacudiendo las cosquillas de los pies, a punto de caerse y sólo equilibrando el andar por compromiso gracias a la contorsión de las caderas: entre tinieblas.


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