¿El señor Guzmán no supo que hora era?


Me asegure a mi mismo -y lo llegué a decir- que "el Chapo" Guzmán iba a caer en el contexto de las elecciones presidenciales del 2012. Me parecía lógico que el gobierno de Calderón y su PAN dieran un golpe mediático de ese tamaño para tratar de levantar un poco las simpatías para su alicaída candidata. Me equivoque y hasta ahora no he podido encontrar una razón explicativa que me satisfaga. Una que no sea "pensar mal", como la caricatura implacable de Helguera. 

                                                     


A partir de entonces, la caída de Guzmán era cuestión de que se dieran los tiempos: esperar a que llegara el momento. El reciclamiento en el mando es parte recurrente del complejo proceso de la relación de los poderes informales que de alguna u otra manera desafían al Estado. Se desgastan y envejecen, como cualquier poder personal. Aunque "el Chapo" haya estado muy calladito dedicado a demostrar su "genialidad" para los negocios, como tanto se le alaba, y a fomentar su aureola pública de invencible sombra del mal. 
Y llego ahora la hora. ¿Por que ahora?
Tampoco encuentro una respuesta convincente que no borde en los excesos de la especulación. ¿La inseguridad como tema fuera de control para el gobierno? ¿Michoacán y los grupos delincuenciales armados? ¿Las autodefensas y su dinámica (casi) por la libre? ¿Recuperar la popularidad perdida? ¿Presión extranjera?
Se fue Obama y de inmediato fue detectado, encontrado y detenido quirúrgicamente el enemigo público número uno, sin que pudieran evitarlo el plomo y la plata que le abundaban. ¿Quién se lo entrego a quien? Con eso de que, dicen, lo detectaron los agentes norteamericanos mediante la intervención de llamadas y con aviones no tripulados (drones). O sea, chambeando tranquilos en el patio de su casa. 
Lo quieren hacer ver como el resultado de una larga persecución y desmantelamiento de los apoyos y las alianzas del "Chapo" que lo fueron dejando sólo y aislado, asustado y corriendo entre túneles secretos hasta que, en el rincón, no le quedo otra más que casi entregarse. Algo así como la aventura solitaria en la mala hora de Pablo Escobar en Colombia. Pero el desmantelamiento no parece ser la circunstancia del Cartel de Sinaloa. Por el contrario, ya se difunden con ufana alegría las peripecias de quién habrá de ser su sucesor. Algo no checa.
Ahora bien, con esta detención no parece haber un impacto social determinante en el ánimo de la gente, más allá de la chismografia mediática con la sacudida de los trapítos al sol que se tenían guardados para cuando llegara la ocasión, sobre su personalidad, su familia, sus gustos, sus gastos y sus perversiones.  No se percibe capitalización política inmediata al alcance del gobierno. Todo mundo sabe que los problemas endémicos del narcotráfico, la inseguridad y sus derivaciones como la violencia no quedan resueltos. Algo no checa.
¿Por que ahora? 
¿Es, acaso, un mensaje disuasivo "hacia adentro" para cambiar la correlación de fuerzas entre los actores del llamado crimen organizado y la de estos con el Estado? "Pensando mal" nos estaremos imaginando la siguiente parte de la caricatura. 
Mientras eso no signifique nuevos reacomodos violentos y viejos ajustes de cuentas. 
Hay cosas, por lo demás, que tampoco cuadran. Voces que se dicen autorizadas dieron por muerto al "Chapo" a manos de los "Zetas" en el penal casi inmediatamente después de su ingreso. Absurdo que se los hubieran puesto al alcance. ¿Fue advertencia preventiva? Y otra más: la Marina actúa para un simulacro post detención destinado a la televisora que todo lo puede. Alguien asegura que el "Chapo" que dicen que es, no es, y ya le aparecieron familiares al que si es. 
Mucho de algo no checa.
¿Por que ahora?


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