Pensar penumbra para ir al baño

Te paso a reconquistar cuando pueda, mi reina, que apenas vengo doblando la esquina. Procedo de la cantina. No me maltrates curva, que traigo las patas con aletas.
Todo fuera como el amor bipolar de una golondrina invidente. Un amor triste que no quisiste. Calor y motivo que serán irremediables para desfallecer a la heroína de otras hierbas. Cásate con la cigüeña porque dudo que haya otra manera. Los flamingos son altivos y verdaderos aunque tengan las astas flacas y para afuera.
De regreso te reconquisto mi fiera. Los absurdos del comendador son hostias masticables para los triftófanos y sus triftofanitos. ¿Te apuntas? El balde cónico reposa dentro de una culebra para que tengas vida comunitaria con el más odiado de tus vecinos. Como el armadillo aquel con cara de perdonavidas que terminó incólume y tieso en calidad de bolso presumido por una señora amante de la naturaleza en los años sesenta.
Ahora resulta que el resurgir suplementario viene acompañado de soda y con galletas de animalitos. Ahí cuando pueda mi amor. La oscuridad me ciega.

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