Vincular ciudadanía y política

                         

Sospechosismo sin límite de ataduras. Notas de antier y de hoy en el diario Quequi de Quintana Roo. 

Agradezco la mención, que valor tiene y algo de confianza significa. Asumo que forma parte de los procedimientos "naturales" de cuando el agua algo lleva. Pero es sólo una consideración sin formalismos y sin procedimientos iniciados. Que yo sepa. Mucho menos un acuerdo o algo que se le parezca. Las decisiones -así, en plural- vendrán cuando los tiempos sean. 

Una cosa si es clara (aprovechando el viaje): viendo como nos esta llendo apuesto más por la ciudadanía que por fortalecer únicamente a los aparatos partidistas de políticos profesionales. Esa es la apertura que Movimiento Ciudadano ha hecho al abrir sus candidaturas y que no se ha capitalizado por las organizaciones ciudadanas. Valdría la pena intentarlo como un ejercicio de vinculación real y no sólo por electorales o a la hora de mantener los registros, entre las organizaciones de la sociedad y la política. Más allá del discurso, es una prueba que le falta a la maltrecha democracia azteca.

Hace unos días, en el video (que se puede revisar aquí mismo en otra entrada anterior) sobre la presentación del libro Los Vacíos de Poder en México, de Edgardo Buscaglia, pude corroborar una vez más la necesidad de ese vínculo. Para que la sociedad pueda ser la contraparte activa del poder, tema que tanto llenan la boca de las teorizaciones sobre políticas públicas, es necesario no sólo la apertura de las oficinas gubernamentales al escrutinio público de su información, sino también la apertura de los espacios políticos para motivar la participación de los representantes de la sociedad organizada demandantes de temas tanto generales como específicos. 

Los "políticos profesionales" han perdido esa perspectiva. Se representan a sí mismos y al partido que los postula pero no necesariamente a la sociedad y sus demandas. Por el contrario, la dinámica del poder y su mantenimiento (aunque ese poder sea efímero, secundario, subsidiario y subordinado) obligan a depositar las lealtades en voluntades lejanas a la gente: la burocracia de los partidos, los gobernantes, los factores de poder economico, etc. 

¿Por qué habrían de querer los aparatos de los partidos con mayores posiciones de poder realizar semejante apertura? Por nada. No quieren. En eso no me coloco del lado ni de los ingenuos ni de los optimistas. Al contrario, los aparatos burocráticos de los partidos refuerzan su omnipresencia. La hacen legal. Entonces, hay que abrir la puerta. Larga marcha, tal vez, pero no hay solución de fondo de otra manera. O no hay solución. Y la puerta que sea abierta, hay que cruzarla. Invitar a la ciudadanía a hacerlo para que no se aleje cada vez más de la política. Para no dejar el espacio disponible para los únicos. Para los que deciden por todos, en nombre de todos pero no necesariamente en beneficio de todos. Ni siquiera para el de las grandes mayorías que más lo necesitan.

Es por eso. Esperemos la puerta abierta.

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