Navegantes sin alma

En un mar de siluetas inusitadas todos los barcos padecen crisis severas sin sus coloraciones. Espectros auriculares que aúllan acicateados por el tridente olímpico que los sanciona. 
Mala saña se abate, se arroja, se quiebra compleja, calibrando la sumisión de los engreídos que nunca han sido la causa verdadera de los poemas. 
Por no haber aprendido la calaña de los piratas, cabizbajos, los marineros abandonan lentamente sus achacosas casas mientras resuenan a sus espaldas las carcajadas de quienes se quedan.
No se quejan. Se quedan a usurpar las viandas y las demandas. 
Prestas las apuraciones, bajo las faldas trepidan las contradicciones. Se habrán de trepar, inertes, sobre el abandono para esperar sonrientes el trofeo de los aluviones. Las forzadas artimañas de los gorrones.
Ese pueblo añejo que se evapora en la cola de los fantasmas, se colma pletórico de rutinas propias y venganzas ajenas. Mares que simulan bares. Y viceversa. 
Para quien quiera redimirse habrá cielos particulares y un rinconcito privado en la parte baja de la sacristía. Benditas las pantomimas. Se venden indulgencias y alucinaciones.
Las antenas no están porque no orientan, aunque se necesitan. Sólo la fuerza o la quietud del viento anunciara en su momento lo que proceda. En el horizonte cabría cualquier cosa menos avistar el vuelo de la cigüeña. Cruz bendita... patas de cabra sostenidas sobre un par de pechos con las puntas encaramadas. Ajos avejentados para las puertas. Todo es cosa de desembarazarse de la idea: vomitando la frase mágica de la cábala en su manifestación primaria. A pesar del uso de la vejiga.
Las siluetas de las naves marinas se van hacia el fin del mundo. Hacia el continente que ahí esta pero que aún no ha sido. Va de todo en la flota. Se lleva de todo. Hasta a aquellos que querían identificar en que sonata cómica podían embarrar su tutu. 
Se notan particulares en el firmamento dos lunas tibias que denuncian lo ya sabido: la llegada no esta garantizada; ni sobre la concha del marasmo en el caray ni sobre el lomo de los ciegos peces que se ahogan en sus necedades. 
Volver quisieran los anunciados. Volver antes de que sea tarde.
Cuando todo es lastre.

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