Toma que daca

Todos iríamos hasta el final siempre y cuando hubiese motivaciones fundadas. Para ser parte de la tragedia se necesita meditar, aprender y deshilvanar cada palabra del libreto inventado por la memoria llena. Trazos desorbitados. Cuentas básicas en la subida de las alacenas. 
Para llegar al final tendríamos que motivar a las viceras enojadas con las cadenas. El arte básico de conocer las marañas. Trozos de vanidad. Un eclipse redondea con suavidad por debajo de la hamburguesa preferida por la primavera. Mantequilla de la buena.
Para atisbar el final conviene conocer y aprehender las reglas de la mentira. Para identificarla. Para no equivocar la ruta. Para saber que ha llegado lo que siempre parecerá el principio. El empezar de nuevo. El hacer de la jornada diaria cualquier jugoso inicio de una nueva era.
Arribando a la meta. Nunca sería. Nunca será. Cualquier día. 

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