Mireles y la razón de Estado

"Raparse a coco" en peluquería con paisaje, es decir, debajo de un árbol, puede ser mediático por simpático. Flor de un día para los periódicos. Pero eso no abona para liberar al Dr. José Manuel Mireles ni sirve para explicar (o denunciar, si ese es el objetivo) las razones por la que lo han detenido. 

A Mireles no lo pusieron preso por venganza personal del comisionado federal Alfredo Castillo o porque el gobierno le esté haciendo un favor a La Tuta: argumentos que sirven para hacer "memes" en redes sociales pero que caen solos por simplistas. Al vocero e imagen principal de las Autodefensas Michoacanas lo han detenido para tratar de poner un alto oficial al "mal ejemplo": la auto organización de la gente. 

En Michoacán el Estado mexicano estaba siendo rebasado, primero por el crimen organizado imponiendo sus leyes de fuego, y luego por grupos de ciudadanos organizados y armados para defenderse y poner orden por cuenta propia, en lo que ya algunos calificaban como los gérmenes de un Estado fallido. 

Si el gobierno, representante y responsable principal del funcionamiento del Estado, no es capaz de hacer su tarea principal que es garantizar la seguridad pública para la propiedad, la familia y la vida, entonces la gente lo hace por sí misma. Armas de por medio. Así de básico y fundamental es el razonamiento de quienes tomaron la decisión de armarse y exponerse para defenderse. 

Y ese ponerse de acuerdo de manera ordenada para armarse y actuar en defensa propia -autodefensa- es un proceso de auto organización que puede derivar, en su tendencia lógica, hacia el autogobierno. Estaba entonces, en las autodefensas legítimas y nombradas por los propios pobladores, el germen de un poder social (y eventualmente político) paralelo.  Frente al poder del terror y el crimen se opuso el poder ciudadano organizado... y el gobierno nomás viendo. (Lo cual no descarta que algunos de sus miembros pudieran estar coludidos con alguno de los bandos). 

En la teoría el Estado se define como el monopolista del ejercicio de la violencia. En la práctica lo descuido, lo dejo ir o lo entrego por coludido o por negligencia: se lo quitaron. Recuperarlo, o por lo menos dar la impresión de ello, se convirtió en un imperativo tal para el gobierno que seguramente pesó para que se decidiera a imponer el principio de autoridad. Intento que estamos viendo.

Sólo así se explica la severidad desproporcionada con la que han tratado a José Manuel Mireles. Literalmente le echaron encima el aparato de Estado a un hombre cuya apariencia pública es la de estar haciendo el bien, cuidando a sus semejantes, incluso atentando contra su salud y su vida. Su suerte depende no de la razón jurídica sino de que en el gobierno considere que haya logrado los objetivos de control territorial local y de ejemplaridad general. Ya veremos.

Algo extraño destaca: hay en todo esto un rasgo de autoritarismo en las formas y en los tiempos para aplicar esta medida. ¿Le molesta más al gobierno federal la proliferación de la auto organización ciudadana para garantizar su propia seguridad, incluso estando bajo escrutinio oficial, que el desorden sangriento y el poder paralelo que durante años expandió el crimen organizado con toda impunidad? Parece que así es.

Porque aquí el orden de los factores correctivos si altera el resultado. Si de simbolismos hablamos, entonces LaTuta era primero y luego limitar el poder de las autodefensas y encausar la participación ciudadana en su vida comunitaria institucional. Con tan desaseados modos sólo alimentan los malos pensamientos y las sospechas. ¿Cómo para qué? Es decir, primero era recuperar la confianza de la ciudadanía local en las instituciones, con resultados tangibles, para recuperar credibilidad y autoridad y no a la inversa para imponer su predominio por la fuerza. Típico de los procedimientos genéticos del presidencialismo priísta. 

El tema no es menor. Simultáneamente a estos acontecimientos o, más bien, a causa de ellos por tantos años de corrupción e incertidumbre, poco a poco se están motivando en diversos puntos del país formas de organización o de acción ciudadana que promueven la solución de problemas concretos sin la participación de las instancias, instituciones o personeros del Estado (incluidos los partidos políticos). Hay desconfianza y hartazgo social aunque no lo parezca. Nada para congratularse.

Un ejemplo de esta ruta auto organizativa la ha presentado como propuesta general el Obispo Raúl Vera en su llamado a la conformacion de un Congreso Constituyente Ciudadano Alternativo. A eso me referiré posteriormente.


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