PRI: entrega inmediata

El actual PRI no es de su sombra ni los contornos que lo definían. Desde hace algún tiempo ha renunciado a sí mismo. El nombre le queda pero de revolucionario tiene lo que el capital financiero trasnacional, su dios moderno, tiene de patriotismo. 

Los priístas ya no ven a un país de por medio: sólo alcanzan a distinguir en el portafolios a un territorio en venta, con sus riquezas y beneficios. 

Los viejos nacionalistas callan. Respetables y memorables muchos de ellos. Los expropiaron de sus ideales. Los atracaron en la propia plaza del pueblo. Los que pudieron se rebelaron con entereza para dejar en el hecho su constancia. Los más se han hecho a un lado, con tristeza, mientras se los consumía el tiempo. Se de algunos que sufren en silencio que las ilusiones y el México que soñaron se fueron por la cañería.

El que está de vuelta no es el PRI dinosaurio como se ha dicho. Ese esta deteriorado y marchito en su jaula de recuerdos. Casi muerto. 

Los jóvenes herederos no quieren saber. No averiguan. Mucho menos cuestionan. Por el contrario: convalidan. Los más atrevidos o menos favorecidos hacen el trabajo sucio. En muchos casos la familia ex revolucionaria se reproduce en su seno tirando al archivo muerto las fotos en blanco y negro. Silencio en la mesa a la hora de la comida. De conflictos generacionales no se habla. Se sumergen en los insulsos intereses personales, locales y territoriales sin memoria ni proyecto nacional de futuro. El PRI es su agencia de colocaciones. Hay que estar, subirse e ir como vaya.

No hay vuelta atrás, esta claro. Esta concepción de modernidad significa apertura al mundo como sinónimo de entrega. El liberalismo de los conservadores. 

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