Crisis de Estado y pacto constituyente

Como no era el interlocutor en el Pacto por México el gobierno federal tiro a loco a Rene Bejarano hace mas de un año cuando denunció las atrocidades de un Presidente Municipal malandrin en Iguala, Guerrero, congénere de partido y advirtió sobre los riesgos y peligros de dejarlo correr a sus anchas. Abuso de poder y crimen organizado a la vista. En el cuartel general de "los Chuchos" del PRD habrán pensado que solo eran los malestares de sus agruras, las de Bejarano, porque lo estaban desplazando y, en lo particular, había perdido la candidatura a esa presidencia municipal, la tercera en importancia del estado. No les importo que al precandidato perdedor lo habían asesinado. Cuando el crimen se politiza tiene cara de elecciones... y de los cargos públicos que deja. Moraleja.

A pesar de las advertencias, el gobierno federal dejo correr una situación que era insostenible: se la jugo rudo y parejo al PRD para que las cosas se descompusieran y este tuviera que pagar los costos y las consecuencias adversas. Ahora se ve que el rebote infernal puede ser para toda la izquierda: el PT y Movimiento Ciudadano fueron aliados en esa candidatura y hasta al mejor precandidato estatal le han tirado de cabeza al jefe de Morena. Carambola de fantasía de varias bandas, punto para los priistas, aunque llevándose el ánimo del país entre las patas. 

¿Le llamaremos "crimen de Estado" a los actos omisos y deliberados de un gobierno que jugo a que evolucionara una crisis que creyeron ajena? ¿Les estallo mas allá de lo imaginado y se les fue de las manos? ¿Se convirtió en crisis de Estado?.

Desde mi punto de vista, Iguala abrió la ventana para que el ciudadano vea con claridad hacia adentro de sus propias entrañas: con tendencia creciente en nuestro país se ejerce el poder público de manera impune, irresponsable y arbitraria, rebasando todas las leyes y reglas. El mandatario de cualquier nivel se transforma en el que manda y quiere imponer su sola voluntad. Punto. Y en eso, desde luego, hay gradientes: desde el que hostiga a la opinión diferente por interpósita persona y censura la crítica, hasta quien mete impúdicamente al crimen organizado en la alcoba y jala el gatillo personalmente. 

El resultado previsible habrá de ser, junto con todo lo que pasa a nivel nacional, un incremento en la crisis de credibilidad en las instituciones; en los políticos. ¿En la política? Lo veremos en las próximas elecciones. Cuando el país se vio cimbrado en su raíz por el asesinato de Colosio la respuesta de sobrevivencia ciudadana fue salir masivamente a votar. Hoy estamos hablando de otra cosa: al que matan, extorsionan, secuestran o desaparecen es al vecino o al pariente. Y puede ser por cortesía de la autoridad que debe cuidarte. 

Crisis de Estado, entonces. Asunto que no se resuelve echándole la culpa al otro, ni con pedir perdón, o con "guerras" contra el crimen, ni con una "contraofensiva" en materia de seguridad (cualquier cosa que eso signifique). El arreglo institucional actual parece que ya no da de si y el entramado social está descompuesto. Haría falta un nuevo acuerdo nacional con la sociedad participando por delante. Un nuevo pacto nacional constituyente. 

Las reformas recientes, parches legales, ya demostraron su inutilidad por anticipado: los propios datos oficiales reconocen que no habrá efectos positivos en el crecimiento económico de los próximos años. Pero no está claro que haya voluntad de ceder un acuerdo de esa naturaleza por parte de los grupos y sectores más activos, poderosos e interesados. Por el contrario, la tendencia empuja a que se imponga la voluntad del más fuerte. La sociedad estaría obligada a forzarlos. Seria formidable. Pero hasta ahora nuestra historia dice que esos arreglos solo han sido posibles después de las crisis políticas y sociales violentas que hemos llamado guerras civiles y revoluciones. ¿Y ahora?

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