La civilización florece de las trompadas.

La peor pifia física, intelectual y moral de la existencia sigue siendo la creencia a ciegas. Creer en lo que no se conoce, en lo que otros dicen. Creer sin evidencia. Creer que el sendero se puede transitar de la mano de Dios o de su hijo rebelde, el iconoclasta. Creer así, sin darte cuenta, te aprisiona los sesos y te entume los huesos que determinan la conciencia. La inconsciencia. Te niega como persona: imposibilita cualquier pretensión de libre vuelo.

Imposible transitar por la vida agobiado por una mano que te aprisiona y te niega las posibilidades más elementales para defenderte por propia cuenta -vulnerable que es uno- frente a las adversidades muy superiores que la misma mano te genera. Eso es trampa: traición: truco: engaño: cevicia. Abuso malintencionado de la buena disposición: de la propia creencia. 

Si, como dicen, El Creador hizo el mundo a su imagen y semejanza, si eso fuera cierto, la confusión reina mas aun en mi cabeza: ¡cuanta violencia!. Lo jodido en el menú: la moronga como el platillo mas suculento de la existencia. 

La violencia convertida en el verdadero motor sangriento de la historia. 

Si así lo hizo, ¿que le pasaba por la cabeza?

¿Le toco hacer la tarea de la creación de la Tierra en un momento de mal humor o lo motivo el rencor y el incontrolable deseo de venganza? Y como no me resulta posible saber quien se la hizo, tengo que curiosear entre quienes la pagan. 

Aunque... espérenme tantito...

Es por el Diablo, ¡claro!, como no lo había visto. El Diablo existe no solo como pretexto para asustar y tratar de corregir a las almas difíciles. Es el concesionario del espacio que ocupamos los mortales; para efectos prácticos, el verdadero dueño del planeta. Su ley es la que manda. Le pusieron a disposición plena, como carnada distractora, esta parte del mundo para que no fastidiara en otros lugares. Aunque la propaganda celestial nos presenta otra cosa muy diferente, cualquiera que sea la religión que se profese. 

Por cierto, un botón basta de muestra: el montón  de religiones que se mandan matar entre sí de la peor manera para imponerle al otro sus propias obsesiones y creencias. La única explicación de tal barbaridad y tanto absurdo es la intromisión malvada, impune y arbitraria del mas malo de todos: como quieran llamarle.

El planeta castigado fue abandonado a su propia circunstancia despiadada desde que fue creado. Donde la naturaleza manda: materia para el estudio de todas las ciencias. Por eso no se puede transitar el tramo tomados de una mano que no esta extendida: es un puño de guerra cotidiana.


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