Traigo la camisa suelta

Traigo la camisa desfajada con la única finalidad de poder limpiar rápidamente los lentes de lectura con la tela de la parte suelta. 

No tiene nada que ver con la estética, como pudiera pensarse a la primera. No es moda, usanza tradicional ni se utiliza frecuentemente en los concursos de belleza.

La panza de cualquier forma se nota y el movimiento regular de meterla, -aguantando el aire sin respirar cuando paso al lado de alguna mujer, cualquiera-, es tan automático que pone el toque chusco, de ridículo con sabor y sin rubor, cuando estoy desnudo del torso en la playa o en alguna alberca. Todos lo notan pero nadie dice nada en voz alta. Murmuran pero el objetivo se logra: dibujar la risita mal contenida en los labios de la causante de la anécdota. 

Los seres humanos podemos ser muy, pero muy predecibles. 

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