El camino es lo importante ¿o caminarlo?

El frío bajó brillando y sonriendo, como navaja de peluquero, desde un cielo pardo.
Cortaba con impaciencia las rebanadas de aturdidas espaldas que encontraba a su paso.
Los voy a descuartizar, decia...
Los voy a matar.
Parco de posibilidades y tan poco potable para el tamaño incrementado de las pretenciones.
"Aspiras muy alto y no tienes aspiradora"; no bastan las aspiraciones.
El borde natural es el abismo como cualquier despeñadero: por perseguir las orillas se alcanza el vuelo sin ofrecer descanso.
Vienes al mar sin disuadir la entraña, sin gloria en el panal y sin bandera inmaculada.
Rotas están las heridas. No tienen sombra: toma lo que no sobra.
Rompes la cordillera gateando para rastrear el paraiso y no lo encuentras. Se esconde tras de la piedra caliza. Tal vez detrás de la cabeza.
No tiene ni pies ni cabeza. Es el macizo de los arrecifes.
"Salve al Dios brillante ondear la hojaldra negra del pirata".
Llegas por, fin, y bañas de sudor la piedra, la tranca, la enramada.
Comienza el temple con el sol de la primera hora.
¿Dónde queda el frío que me recomendaste? ¿El asesino aquel que de venganza hablaba?
¿A quién se acaba?
Nunca se acaba.

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