Cualquier noche

La noche de San Gaspar, cuentan los inmaculados, al mas venenoso de los danzantes le brotó sangre por las verijas.

Como si fuera el momento esperado, se suspendieron los movimientos: cuerpos sudorosos con el rictus estático de los encantados. Nadie que hiciera escándalo. Tampoco risas ni gestos de asombro. Serán las mariposas pequeñas quienes diseminen los desechos por la mañana.

De rodillas al piso y con las manos al pecho optaron voluntariamente por llorar. Danzantes y no danzantes. Borrachos y los que les siguen. La calamidad se venera sin prisas, sin limites y sin importar el volumen de la cartera. Música desamparada que nunca termina. Alabado sea...

No fueron tantas las tontas del convento que se lo creyeron pero resulto ser la verdad: desangrarse por entre las piernas es el acontecimiento cúspide del ritual. El momento, porque no hay otro, en que se glorifica la grandeza infinita del ser superior. El toque único, intimo, total. La sangre no solo es por su causa sino también para él, para que la beba y rejuvenezca. 

Detalle que se omite desinteresadamente, por cierto, en el programa de enseñanzas mitológicas del colegio de monjas: suficiente sangre se derrama en el mundo por las perversiones de la naturaleza que la derrocha mes con mes. La naturaleza contraviene los deseos de Dios.

La pregunta se responde con una brutal bofetada cortando el aire dibujando un medio arco volado: ¿que se celebra, maestra?
Con todo respeto... Permítame usted... Disculpe su ignorancia... Pase aquí por favor... Que siga la verbena.

Danzas macabras en la oscuridad.
Risas idiotas de enfermos drogados.
Gritos sin complacencia. 
Gestos indescifrables plasmados en sombras malditas.
Silencios espasmódicos como caricias de búfalo. 

Confirmado por los estudios científicos: la noche de San Gaspar es para descansar.
Puedes dormir tranquilamente. Sin alucinaciones. Tus peores sueños están de fiesta. Nadie ocupándose de la ociosidad para jalar las cobijas.
Al danzante más venenoso le salieron alas picudas y, por falta de combustible, se fue a estrellar contra un paredón donde fue fusilado por incumplir con sus responsabilidades.

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