El surrealismo de Rayuela


¿Por qué tendríamos que querer tanto a Glenda?

Al leer nuevamente Rayuela, ahora en su edición conmemorativa de los 50 años, me siento tan desesperado como hace 40. Desesperado de no entender a Sonia. De ver su bello rostro transfigurado, detrás de gruesas gafas, en una naranja agria. La naranja agria se utiliza en la península de Yucatán para darle sabor a la cochinita pero en los patios de la universidad sirve para jugar a las guerritas ociosas. También sirvieron para las guerras ideológicas estrelladas en la espalda y echar a los micos detrás de las bardas. 
Desesperado por la desesperación de Sonia -¿o es desesperanza?- que quiere que entendamos como ella lo que fue escrito para ser recibido como cada quien quiera. Esa maestra de literatura que dio sus mejores gritos con insultos floridos como saetas que se quedaron clavadas en la conciencia. Entendimos entonces que leer era importante, que escribir también y que Rayuela rayaba en la proesa. Banderillas puestas. ¡Viva la literatura! Gracias Sonia: aún me desespera cada frase saltona en una lectura vieja que nunca es vieja, como si estuvieras sentada a la siniestra de Cortázar.
Desesperado porque si se puede escribir así, tal como está Rayuela, que así ha estado desde entonces, y luego decir que la tarea está cumplida y que la muerte puede llamar a la puerta, quiere decir que tenemos medio siglo viviendo en el error engendrando lugares comunes para, supuestamente, tratar de salvar a la humanidad y a su planeta.
La trampa de Cortázar: burbujear las palabras para que se conviertan en una lectura interminable.
Si así se puede... pues que se pueda.

* * * * *

Habría que tratar de entender las razones de Cortázar para escribir semejante obra revisando sus propias palabras. ¿Qué quiso hacer con este juego de brincos y piedras que, de acuerdo a sus primeras intenciones, pudo llamarse Mandala?

Dice en una carta dirigida a Jean Bernabé el 27 de junio de 1959:

Yo creo que la novela "psicológica" ha llegado a su término, y que si hemos de seguir escribiendo cosas que valgan la pena, hay que arrancar en otra dirección. El surrealismo marcó en su momento algunos caminos, pero se quedó en la parte pintoresca.
...los instrumentos literarios usuales ya no sirven...
Mi problema, hoy en día, es un problema de escritura, porque las herramientas con las que he escrito mis cuentos ya no me sirven para esto que quisiera hacer antes de morirme.
...ahora tengo que desestructurarme para ver de alcanzar, no sé cómo, otra estructura más real y verdadera...
...quiero acabar con los sistemas y las relojerías para ver de bajar al laboratorio central y participar, si tengo fuerzas, en la raíz que prescinde de órdenes y sistemas.
...renuncio a un mundo estético para tratar de entrar a un mundo poético.

Más adelante le diría al mismo destinatario (30 de mayo de 1960):

No es una novela, pero sí un relato muy largo que en definitiva terminará siendo la crónica de una locura. Lo he empezado por varias partes a la vez, y soy a la vez lector y autor de lo que va saliendo.
...
...cada vez me convenzo más de que nada ocurre de una cierta manera, sino que cada cosa es a la vez muchísimas cosas.

Poniendo en claro su vínculo personal con la obra (carta a Fredi Guthmann del 6 de junio de 1962):

Por suerte no hay nada autobiográfico en ese libro (salvo episodios de mis primeros dos años en París) pero en cambio he puesto todo lo que siento frente a este fracaso total que es el hombre de Occidente.

Sentimientos que le precisa a Graciela de Sola el 7 de enero de 1964:

Lo que denuncio en nuestra cultura es la monstruosa hipertrofia de algunas posibilidades humanas (la razón por ejemplo) es desmedro de otras, menos definibles por estar situadas precisamente al margen de la órbita racional. Pero no me crea un enemigo de la razón, porque sería pueril. Lo que me inquieta es comprobar cotidianamente los efectos de ese desequilibrio resultante de un "humanismo" de raíz griega, que en definitiva pone el acento en el sapiens más que en homo.
...
La búsqueda de "lo otro". Sí, es el tema central y la razón de ser de Rayuela.


"Lo otro", dice, que habrá de emanar de la emoción, del sentimiento humano, por encima de la razón. Puesto a la letra: "...renuncio a un mundo estético para tratar de entrar a un mundo poético."
Pero, ¿que no es esa misma la razón más purificada de ser del surrealismo?

Surrealismo: automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral. 
(Definición del propio André Bretón, su reconocido fundador, en el Primer Manifiesto del Surrealismo de 1924)

Cosa curiosa: la definición original establece que el surrealismo expresa el funcionamiento real del pensamiento principalmente de manera verbal, por escrito "o de cualquier otro modo" y fue precisamente de "otros modos" como mejor se manifestó y se dio a conocer en dimensión universal: mediante la pintura, la escultura y la arquitectura. En el cine, incluso. Pero en las letras ha sido menor su fuerza y seguramente es por eso que Cortázar dice que se quedó "en la parte pintoresca", refiriéndose, asumo, a las excentricidades de sus fundadores y principales exponentes. Y entonces se propone ir en el mismo sentido pero más lejos. Lo dice y lo hace. Se lo propone y lo cumple. 

Por lo que pretende hacer con su obra y por el contenido final de la misma, Cortázar debiera ser considerado el primer gran surrealista de las letras. Su intento explícito de ir más allá significa abrir nuevos caminos. Para él las herramientas y los contenidos hasta entonces existentes están agotados.

La empezó a soñar en 1958 y la publicó en 1963. Más de 50 años después, ¿abrió camino?¿se ha seguido?. En las artes plásticas y en la arquitectura hay nuevos exponente del surrealismo; se renuevan y hasta se dan de moda poner nuevos nombres para sentirse originales: hiper realismo en la pintura, por ejemplo. ¿Y en las letras? La vida ha preferido seguir siendo lo suficientemente compleja, multifacética, contradictoria y absurda, surrealista, pero le ha dado flojera manifestarse por escrito. 

Inmediato a Rayuela llegó el realismo mágico de García Márquez y el historicismo fantástico de Vargas Llosa, -Carlos Fuentes incluído- y el mundo de las letras hispanas se obnubiló con aquella maravilla. Incuestionable su valor. Mientras, el ejercicio de expresar libremente las diferentes manifestaciones de los sucesos, sus diversas dimensiones observadas desde un mismo testigo, ha quedado como "la gran obra" única en su género.

¿Y luego? Esta y otras interrogantes me quedan para contestar más adelante cuando haya culminado de leer nuevamente la Rayuela por sus diferentes vertientes.

Podría ser suficiente, por ahora, para husmear en lo que pensaba Cortázar sobre la obra cumbre de Cortázar pero, una vez que el libro ya era una celebridad en las vitrinas de las librerías, el 8 de mayo de 1965, le diría a Jean Bernabé algo que parece ser una interpretación que se acomoda a las nuevas circunstancias:

Comprendo de sobra que a usted la ironía de Rayuela lo satisfaga mucho más que las especulaciones intelectuales, porque a mí me pasa exactamente lo mismo, y creo que coincidimos en que la segunda parte del libro es más densa y se acerca más al centro precisamente porque todo el artificio intelectual ha quedado atrás y se está frente a una realidad que sólo cede sus llaves al humor, a la burla, a esa despiadada ironía que es en el fondo lo más valioso que nos queda después de asimilar una cultura. Me conmueve mucho que usted haya sido tan sensible a la descente aux abisme -(descenso al abismo)- de la parte final del libro, porque es allí donde yo puse todo lo que tengo, y fui hasta donde podía llegar en ese momento.
...
Desde luego, usted acierta cuando ve la culminación del libro en esa búsqueda personal de un centro. Rayuela fue imaginada por eso y para eso; todo lo que envuelve y muchas veces oculta esa búsqueda es secundario con respecto a ella. [...] quiero agregar que usted no se engaña cuando cree que el fin último de mi libro es esa tentativa de establecer contacto con un "centro".

Al mismo Jean Berbabé que le había advertido que se proponía romper reglas y esquemas para obtener una visión multifactorial que podría ser "la crónica de una locura", le expresa post publicación y post lectura que, efectivamente, el objetivo era encontrar un punto de equilibrio, ¿o que otra cosa es "esa búsqueda personal de un centro"?. Me quedo ahora con la duda de si solamente se congraciaba con la capacidad comprensiva de su interlocutor o si había ahí una razón más profunda que no se manifiesta en las primeras cartas. ¿Equilibrio saltando sobre un solo pie para alcanzar la piedra?

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