De roedores
Ante la abulia de los gatos, los perros se organizaron en comandos discretos y dispersos para convertirse en los nuevos cazadores de ratas y ratones: ya están hartos de que los patrones los pongan a lavar los platos con sus cacas.
¡Quieren privatizar la seguridad colectiva! gritan iracundos y desorientados los ya muy famosos Envenenados del Alma: que mejor se instruya a los jóvenes gatos para que sepan hacer la chamba; que se compren ratoneras con cámaras; que el presupuesto se utilice menos en cosas mundanas y se destine a causas ciudadanas.
El hecho práctico no es controversial aunque dispare al suelo las cabezas: nadie hace nada. Ni los perros ni los gatos. Nadie. Ahí siguen jodiendo las ratas. Primero los formularios, las autorizaciones y las reglas secundarias.
O los comandos caninos se las tragan o seguirán regando cuacha.
¿Acaso los perros no? Contaminan igual.
Apestan diferente.
Peor con los perros.
No hay solución, entonces.
¡Quieren privatizar la seguridad colectiva! gritan iracundos y desorientados los ya muy famosos Envenenados del Alma: que mejor se instruya a los jóvenes gatos para que sepan hacer la chamba; que se compren ratoneras con cámaras; que el presupuesto se utilice menos en cosas mundanas y se destine a causas ciudadanas.
El hecho práctico no es controversial aunque dispare al suelo las cabezas: nadie hace nada. Ni los perros ni los gatos. Nadie. Ahí siguen jodiendo las ratas. Primero los formularios, las autorizaciones y las reglas secundarias.
O los comandos caninos se las tragan o seguirán regando cuacha.
¿Acaso los perros no? Contaminan igual.
Apestan diferente.
Peor con los perros.
No hay solución, entonces.
La cosa se agrava: se ha desatado una epidemia incontrolada de rabia. ¿A quién se le ocurrió la idea?
No puede ser: o ratas o rabia.
Que decidan las alacenas. Que se expresen los rincones. Que levanten la mano los archiveros y peguen de manazos en la mesa los papeles. Que suelten su llanto las bodegas escondidas con comidas para pobres.
Los expedientes, los expedientes, ¡que nadie toque los expedientes!
Que decidan las alacenas. Que se expresen los rincones. Que levanten la mano los archiveros y peguen de manazos en la mesa los papeles. Que suelten su llanto las bodegas escondidas con comidas para pobres.
Los expedientes, los expedientes, ¡que nadie toque los expedientes!
Llegaron tarde: la gabeta esta cerrada con llave.
Los gatos maúllan, comen y duermen. También cagan.
Los gatos maúllan, comen y duermen. También cagan.
Comentarios