Las barbas del vecino

"Renuncia Ya". "Fuera políticos corruptos". "Vamos a limpiar a la nación". "Yo Soy Dignidad".

¿Donde lo he visto?

Guatemala.

La Vicepresidenta de ese país, Roxana Baldetti, resbaló y no fue con una cascara de banana. La gente la jalo desde la calle hasta tirarla después de que se hizo público el informe emitido por la fiscalía general y por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG - unidad de las Naciones Unidas) que evidenció un monumental atraco a las finanzas públicas en el sistema de aduanas, operación conocida como La Línea y liderada por el Secretario Particular de esa funcionaria, Juan Carlos Monzón, pero que alcanza a los más altos niveles del gobierno nacional. 

La indignacion social no se hizo esperar y la población ha salido masivamente en las últimas semanas a manifestarse exigiendo renuncias, justicia y una reforma al sistema judicial y político. Para algunos medios de comunicación no oficialistas esto es la confirmación de las denuncias de corrupción descarada que han venido evidenciando en los últimos años. Para los defensores de la causa oficial, no es mas que la intriga de partidos políticos opositores que azusan y manipulan a la opinión pública.

El hecho es que, a pesar de la detención de más de 20 involucrados en el fraude (entre funcionarios y empresarios) y de la renuncia de la Vicepresidenta -con la que se pretendía tranquilizar las aguas agitadas-, sectores de la población se mantienen en las calles con la exigencia de que también se vaya el Presidente Otto Pérez Molina; retirar la inmunidad de los funcionarios; que los hechos no queden impunes; que se les aplique la extinción de dominio y que se haga justicia. Pero sobre todo, empieza a tomar forma la exigencia de que se realice una reforma política para extirpar del poder a los "políticos ladrones". 

El 6 de septiembre habrá elecciones generales en Guatemala, incluida la de Presidente. La sociedad clama que las modificaciones legales por la transparencia y contra la corrupción se lleven a cabo antes. No se trata de sustituir personas, se dice, sino de modificar las formas de representación; de aplicar controles sociales a quienes gobiernan. 

Días y horas definitorias tendrá el país vecino. De la manera como de salida a esta crisis dependerá la salud política y económica de una nación que ha sido duramente castigada por diversos flagelos en el pasado reciente. O es un "quítate para ponerme" sin grandes consecuencias o se inicia una reforma de fondo que, por muy dolorosa, siente las bases para grandes y positivas transformaciones. Claro que puede adoptar formas con diversas variantes si no predomina el ejercicio de la política: desde el aplastamiento de la exigencia ciudadana con la represión policiaca y militar (muy utilizada en su historia) hasta la revuelta incontrolada de la gente. 

La comunidad internacional debe estar pendiente. Sobre todo desde donde nos encontramos: no podemos dejar de ver lo que sucede frente a la ventana. Tal vez algo se aprenda.

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