La destapadera y los adelantados

¿Y a usted que? ¿Y a mi? ¿De qué nos sirve tanta destapadera de precandidatos presidenciales a tres años de distancia? De nada. El tramo es largo y en el camino se puede caer la carga. Demasiado alboroto para nada. Las señales de levantar la tapa no son para el electorado sino para el jaloneo al interior de los respectivos partidos. Cuando mucho para regodeo de los analistas y los cafés de la política. 

Lo del PAN y el PRD esta claro: ambos con resultados negativos en las recientes elecciones se reacomodan entre sus grupos y los 'destapes' de Margarita Zavala y Miguel Mancera, respectivamente, forman parte de esos juegos de vencidas. Bolas de humo.

Ni siquiera la bola cantada de Andres Lopez Obrador es definitiva, con todo y el resultado para Morena que lo presume pero que tampoco es para jolgorio anticipado: Dante Delgado, el dirigente de Movimiento Ciudadano, ya le propuso ir en alianza para el 2018. En caso de aceptar la oferta, ¿quién sería el candidato? Por ahí anda Marcelo Ebrard dispuesto a medirse. 

Al que se le ve incomodo con la destapadera de opositores es al Presidente Peña Nieto. Le pidió al arbitro que los modere y no es para menos: por un lado pone inquietos a sus muchachos del gabinete y los distrae de la labor que debiera ser la mas importante por ahora, gobernar, cuando queda mucho por hacer; no vaya a ser. Y por la otra, es molesto eso que desde ahorita le estén diciendo que se va a tener que ir; que quieren su silla que aún debe estar caliente. 

El último Presidente de la República salido del PRI que destapó y puso con éxito a su sucesor sucedió hace 27 años: Miguel de la Madrid lo hizo con Carlos Salinas en 1988. Este designó a Luis Donaldo Colosio quien no llego al final de la competencia por asesinato. Por lo brumoso del caso digamos que descontentos con poder revirtieron la decisión. Siguió el caos y la administración del conflicto: Ernesto Zedillo fue circunstancial por descarte. Fin de la sucesión priista unipersonal.

Esto es, a toda una nueva generación de mexicanos no le toco vivirla. En ese lapso reglas y procedimientos cambiaron: Enrique Peña es producto de otros factores determinantes de poder. El eje de las decisiones mudo de oficina, de tal manera que hoy el Presidente no es dueño total de las propias. Razón adicional para que le molesten las prisas.

Cosa distinta sucede con los gobernadores priistas. La desaparición del peso presidencial sobre sus cabezas abrió la oportunidad para convertirse en 'virreyes' de su territorio. Pero ahora se cierra la válvula: la fiesta se acaba. Ese peso esta progresivamente de regreso. Modificado pero de regreso: ningún partido nacional renuncia al predominio de la centralidad, mucho menos el PRI teniendo el control del gobierno federal. Sabe ejercerlo.

El caso significativo de Nuevo León en las recientes elecciones, -al desmentir la utilidad de los procedimientos locales de designación de candidatos y al echar a perder el arreglo político general priista- anuncia movimientos para apretar la tuerca hacia la centralización. Habrán varias elecciones locales en 2016, entre ellas la de Quintana Roo. Ya lo veremos.

Por lo pronto, la destapadera ya calienta el ambiente político estatal, empezando por los suspirantes del PRI. El Club de las Plumasprontas, en su afán zalamero, asegura que se mueven en vano porque el gran elector será el Gobernador. Por la entrega avasalladora del PRI-Verde, dicen, localmente fue el verdadero y único ganador de la elección federal; entonces habrá de ser su voluntad la que se imponga en su sucesión y la de los complementos. Se engañan y engañan; por no decir alucinan. Ganar la elección era 'su obligación' (en la lógica política del PRI), pero si fuera cierto lo que dicen, sus candidatos federales hubieran sido otros, -por lo menos dos de los tres-, ¿qué no?. Para efectos prácticos esa era la decisión que contaba y no fue. Lo omiten. La señal ahí esta para quien la quiera ver.

Desde luego que tratará de hacer valer su peso político, los resultados tanto de gobierno como electorales, las alianzas positivas que haya logrado hacer y ejercerá su propia presión. Sin duda es un factor que deberá tomarse en cuenta. Pero, por la circunstancia y el contexto, no será el único como algunos afirman. Por eso, los que se anuncian en la destapadera no necesariamente son. 

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