De coral son los polvos del aljibe

De coral son los polvos del aljibe. No se dan en botella de cristal pero tienen suficiente tierra seca proveniente de donde nunca habrá humedad insuficiente. Ahí donde las danzas focales pueden relativizar a un retrovisor. Todas las fachadas son lúgubres a pesar de los colores. Las grandes perdedoras serán las ratas y las cucarachas. Las que huyen. Las áreas privadas se hacen patos por ser comunes y la comunidad se desentiende de los alrededores. ¿Quién los va a demoler? Quieren hacerlo con la gente adentro. Forman parte de la fracción marginal de los que sobran. Ocupan espacios que nadie les dio. Toman lo que no es suyo; ni siquiera el aire con el que se ventilan. ¿Para que los queremos afuera si se pueden derrumbar adentro? No es una alegoría para su recuerdo. Ni quien les rece ni quien los detenga. Que se vayan al infierno. Los colaterales no son daños, son el centro usurpado del planeta. Todo sea porque se meten donde no los llaman. Tener una vivienda tiene su precio como en la hoguera. Toma y daca: se les acaba. Ahora pedirán que el presupuesto público les compense sus alevosías. ¡Como no, señor! También tenemos nieve de ginebra escarchada con sal del sudor de los que tienen vergüenza. Que mejor ataúd que las cuatro paredes pulverizadas. ¡Que venga la maquina destructora! Aquí no hay lugar para dos, ni para los que le siguen. 

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