En tendidos

No hay nada mas insultante detrás de cada faltante que un superior sin sufrimiento. Dan la orden en plan de penumbra, esfuman la virtud a luz del día y ni quien les diga nada. Los que la pagan son los bolseados. La gente en la calle reduce importancia al agandalle -que se quede impune, no le hace- y cuando mucho esboza sus comentarios en el color de la prensa amarilla. Todo porque vivimos a golpes bajos de alta costumbre. Si así era antes, que siga siendo, siempre y cuando la lluvia moje a la comunidad con sus gotas. 

Equivocación. Deseos insatisfechos. Ni que fuera tan cierta su benevolencia, dicen por allá en las faldas largas de la Sierra del Norte. Ni que no fuéramos tan pendejos, piensan con razón los supuestos benefactores. Caleidoscopio arreglado. Ilusión óptica. Pacto implícito entre espectadores y actores. Todo es lo que parece. Nada parece seguro. Seguro que no es como nos lo pintan. 

Ya mero fuera como ingerir garnachas con vino tinto en una mesita vintage sobre las calles de Verona. ¿A quién le importan las desavenencias del primer cuadro? Son falsas ilustraciones de las ediciones. Te dicen con precisión las imágenes que no has visto: nos acordamos de ti cuando nos ganan las prisas. Eres el resultado de lo que no se utiliza. ¿Capicci?

Comentarios

Entradas populares de este blog

México ante la necesidad de un Nuevo Orden Mundial

Sobre el dinosaurio camaleón

No hubo “corcholatas”