¡Ay, morena! para eso me gustabas

Basta con ver las imágenes públicas de la ocasión para darnos una idea: rígidos rostros con la sorpresa disciplinada; con la incomodidad de tener que esbozar una sonrisa imposible mientras la molestia es contenida. Otros, de plano, con el desconcierto ensimismado. El mismísimo retrato de 'tragar sapos sin hacer gestos'.

A los exclusionistas y sectarios,  campeones del 'derecho de admisión', les cumplieron el capricho: experredistas no. Por sinvergüenzas y corruptos, se atreven a decir. Pero mientras cuidaban con vehemencia los resquicios de las ventanas se les apareció la inclusión y la apertura por la puerta grande: en el momento se dan por enterados que la población, mediante "encuesta", ha decidido poner la esperanza de los quintanarroenses en manos de un connotado expriista de cepa y pedigree. Por puro y casto, debe ser. Tantos garigoleos y maromas para terminar dando vueltas en círculo. 

A quienes pensaban con entusiasmo y convicción que podrían empujar desde la izquierda y desde abajo, con la gente, hacia el 'cambio verdadero', los metieron a jugar en el sucio y contaminado tablero de 'la mafia del poder'. Mi más sentido pésame.

Como dijera el Subcomandante Marcos: bienvenidos a La Realidad. 

No es broma, bronca ni ironía. En la política real (la llaman Realpolitik) la decisión de AMLO es inteligente, rompe la dinámica anticipada de precandidaturas oficiales motivada por el propio gobernador e impone las nuevas condiciones de la agenda.

Visto en la superficie, la inclusión de Jose Luis Pech se entiende como un intento de rasgar al PRI, tal vez la única manera de ganarle la gubernatura del estado, máxime cuando no se perfilan posibilidades de una amplia alianza opositora. Es decir, el líder de Morena esta haciendo política en las tripas del poder y busca aprovechar sus debilidades manifiestas y contradicciones. Una cuña del mismo palo.

Sin embargo, lo primero destacable es que contrasta con las formas políticas que predica y contradice su discurso de la pureza inmaculada que no se contamina ni en la mirada con la 'mafia del poder'. Lo impuso: con un manazo sorpresivo dejó en un palmo de impotencia a sus activos y confrontados líderes locales. Listo. Ya esta.

Y visto al detalle, se deduce que lo impuso sin ingenuidad: reconociendo que cambiar de campo político es de gente libre y corregir es de sabios, hay que notar que José Luis Pech ha sido pieza de primer nivel en los gobiernos de la troika que se ha hecho del poder del estado: Hendricks, Gonzalez Canto y Borge. Troika que ha dejado ver que los une la misma preocupación: la eventual candidatura priista de Carlos Joaquín. 

La forma abrupta como AMLO ha impuesto a su 'promotor de la soberanía nacional' hace pensar que se metió conscientemente en ese juego ajeno mediante un acuerdo con la troika -o con alguna de sus partes- para beneficiarse con votos priistas renegados (y eventualmente con apoyos y recursos) en caso de que el "indeseable" Joaquin alcance la postulación tricolor. 

¿Que otra cosa si no? El beneficio por obtener seria superior a los costos que esta pagando por parecer incongruente y por pasar encima de la construcción propia de sus correligionarios locales. 

Sin embargo, el asunto pinta para ridículo monumental y para conflicto interno en Morena si la troika consigue que el candidato oficialista sea uno de los suyos. ¿O todos los involucrados ya saben que el candidato del PRI será Carlos Joaquin?

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