Izquierda: todos contra todos

La izquierda electoral mexicana esta irreconciliable consigo misma. La fractura es tan profunda que se rompió la columna vertebral en tres: cada pedazo quiere regenerar su propio cuerpo con autonomía. Sin embargo, con dificultades arrastra los pies. Se tropieza sola.

Hace apenas una semana la franja cardenista, encabezada por el mismo Cuauhtémoc Cárdenas, reinicio su camino: Por México Hoy. Se propone, dice, hacer política sin ser partido. Extraordinariamente significativo que estuvieran a su lado, una vez más, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, compañeros los tres en la travesía aventurera por democratizar al país iniciada hace casi 30 años.

Entre otros, a ese evento asistió el morenista Alfonso Sánchez Anaya. AMLO se enojó. Hoy el ex gobernador de Tlaxcala está fuera de Morena por no compatibilizar su pensamiento con el del jerarca. Mientras tanto, en Quintana Roo, sus correligionarios nos muestran que la esperanza de México se impone o se descompone a trompadas y empujones. Más fractura. 

La aventura democratizante de la izquierda tomó forma organizada con el nacimiento del PRD después de frustrarse, a la mala, la más intensa (casi digo 'la verdadera') Esperanza de México de la era moderna: la elección presidencial de 1988. Expectativa de cambio profundo con revolución pacífica. Nada de lo que vino después, ni siquiera la llegada del PAN a la Presidencia en el 2000, se compara con aquella movilización social.

Parto democrático nacional turbio, desaseado, nebuloso. La ironía de la veleidosa política hizo que un actor principalísimo de aquella comedia se 'corriera hacia la izquierda'. Ahora Cuauhtémoc Cárdenas le exige a Manuel Bartlett, -Senador por el izquierdoso y casi desaparecido Partido del Trabajo, y muy cercano a AMLO- que diga todo lo que sabe: que se limpie la memoria y se transparente la historia. Tiene razón, más vale tarde que nunca. La izquierda en silencio se enrosca.

El PRD supura disminuido y desprestigiado. Con dificultad jala oxígeno. Nadie quiere con el: ni AMLO ni Cuauhtémoc ni otros. Por su parte, quienes lo tienen en administración se declaran indispuestos para aceptar que los santones y los mesiánicos los vayan a pontificar. 
 
Todos contra todos, pues. Es fácil predecir que para 2018 no habrá unidad de las izquierdas, ni líder único que las abandere. Cada cual su parcela.

Mientras, la gente de a pie tendrá que renovar la esperanza y buscar su propio camino: una nueva vía.

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