Los partidos no se atreven

Ninguno de los partidos se atreve a pesar de lo que dicen. Unos más que otros, todos hablan de abrir sus listas a la participación ciudadana independiente pero, al final, se reservan el derecho de decidir quien si y quien no habrá de ser su candidato.


Las organizaciones sociales, si acaso, proponen, pero son los administradores partidistas quienes disponen. Dueños, burócratas, aparatos de control o dirigentes son los que deciden quienes se presentarán a las elecciones bajo las siglas que manejan.


 El comentario vale para organizaciones como Movimiento Ciudadano que ha ofrecido la mayor apertura y cuyas propuestas son claramente externas. Los dirigentes decidieron quien sería incluido, no las organizaciones sociales -a pesar de sus solicitudes-, con procedimientos tan discretos que rayan en lo clandestino.


Una muestra simple: al revisar las listas presentadas por todos los partidos, tanto para las planillas de los cabildos como en los distritos de diputados, por ningún lado aparecen los ciudadanos, organizados o individuales, que pretendieron inscribirse como candidatos independientes pero que se quedaron enredados en las dificultades legales (que aprobaron los mismos partidos). No están.


Este es un sistema político electoral partidizado donde la ciudadanización es solo imaginativa; obstáculo fundamental para la democracia representativa y el verdadero control ciudadano.




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