Humanitarismo de papel
La temporada de
huracanes toca a la puerta y, como cada año, uno no sabe si en esta la
situación se ponga más movida. En caso critico las prevenciones locales se
enlazaran con las condiciones de ayuda humanitaria que puedan socorrer desde
afuera. De ahí su importancia.
Tres años le tomo al
Secretario General de la ONU realizar 23 mil consultas en 153 países para luego
convocar a la Cumbre Humanitaria Mundial realizada estos 23 y 24 de mayo en
Estambul, Turquía. La primera de su tipo en los 70 años de las Naciones Unidas,
bajo la premisa de que "el mundo se encuentra en un punto crítico. Estamos
presenciando el nivel más alto de sufrimiento humano desde la Segunda Guerra
Mundial". Y es que se contabilizan en el planeta por lo menos 130 millones
de personas con necesidad de ayuda urgente por causas de desastres o crisis, de
las cuales 60 millones son por guerras o desplazamientos forzados.
La Cumbre quedó a
deber: apunta para papel mojado al pie de un naufragio. No hay compromisos para
asegurar la atención obligada de los gobiernos. Reduce a recomendaciones para
evitar excesos de burocracia en los envíos de los apoyos y llamados para que se
destinen más recursos a causas humanitarias. Los líderes de los principales
países en condición de aportar no asistieron, especialmente el G-7.
En contraparte,
organizaciones de la sociedad civil internacional de la talla de Médicos Sin
Fronteras, siempre presentes en los desastres, tampoco lo hicieron bajo
advertencia de que sucedería lo que pasó, ya que no es útil para la causa
humanitaria que se dé el mismo nivel de responsabilidad a los gobiernos y a las
organizaciones de la sociedad.
Al final, llamados a
la conciencia. Tanto para tan poco.
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